viernes, 12 de septiembre de 2014

Al pie de los Picos de Europa, Liébana.

En la entrada anterior mencionaba que durante mi estancia veraniega en Asturias hicimos rápidas incursiones por otras provincias vecinas. Entonces pasábamos a Lugo, por lo que en esta ocasión nos toca Cantabria. Quedamos con dos compañeros blogueros, a uno ya lo conocéis (Carlos Rossi) mientras que el segundo aparece por primera vez en este blog, aunque esperemos que no sea la última. Se trata de Alberto Benito, el cual se encargó de hacernos de muy buen guía para nuestro disfrute.



Íbamos con la idea de visitar algunos pueblos de la zona, y como no podía ser de otra forma, gozar la naturaleza que se asienta a los pies de los Picos de Europa. El verano pasado, cuando estuvimos en la zona de influencia de los Picos de Europa terminamos nuestro recorrido en la localidad Asturiana de Panes. Fue en este mismo lugar donde quedamos con nuestros dos amigos para poner rumbo a lo es la capital de la comarca de Liébana, Potes, no sin antes atravesar el increíble desfiladero de La Hermida.
Potes se asienta en la confluencia de varios valles, los que han horadado los ríos Deva (valle de Valdebaró y de La Hermida) y Quiviesa (valle de Cereceda), y más al norte el río Bullón (valle de Valdeprado). De esta forma, se encuentra en una posición estratégica tanto en el pasado como en la actualidad ya que es lugar de paso obligatorio para aquellas personas que suben a alguno de los valles, especialmente hacia Fuente De.



La Villa de Potes fue declarada Conjunto Histórico-Artístico en el año 1983. Su historia comienza, o al menos eso es lo que parece, a mediados del siglo VIII, cuando se empiezan a repoblar estos valles por parte de los cristianos, con Alfonso I de Asturias como rey. En años posteriores pasaría a manos de diferentes señores, uno de los más conocidos a la postre sería el Marqués de Santillana. Éste último se haría con Potes gracias a que el rey Juan II resolvió las disputas entre las casas Mendoza y Manrique-Castañeda en favor del primero.



El primogénito del Marqués de Santillana, Diego Hurtado de Mendoza y Suárez de Figueroa, tra sla guerra librada entre Juana la Beltraneja e Isabel la Católica recibiría el título de Duque del Infantado gracias a la ayuda que prestó a la segunda. Desde entonces y hasta el siglo XIX la villa perteneció al ducado del Infantado.



Rememorando este pasado, ahora nos encontramos la Torre del Infantado, situada junto a la confluencia de los ríos Deva y Quiviesa. Esta es posiblemente la construcción más representativa de la población. Se trata de una torre fortificada del siglo XIV construida siguiendo los patrones del estilo gótico. En la torre defensiva destaca su planta cuadrada de aspecto recio, con sus cornisas y torres almenadas, el balcón que se abre en la fachada principal, y justo debajo la escalinata hacia la puerta de acceso.



Otros edificios de interés histórico son la iglesia de San Vicente, la torre de Orejón de Lama y diferentes ermitas. De la iglesia podemos decir que se trata de una construcción del siglo XIV pero que ha sufrido como en otros tantos casos, añadidos de otros estilos posteriores.
Sin embargo, y pese a la torre del Infantado, son los puentes sobre el río, sus casas y casonas tradicionales de piedra y madera, aunque muchas de ellas también pintadas de blanco, sus callejuelas empedradas y las diferentes plazas lo que le dan encanto a este lugar. No sin olvidarnos de las llamativas flores que decoran muchas de las zonas a visitar.




Aunque es importante tener en cuenta que el casco antiguo fue restaurado tras la Guerra Civil ya que quedo destruido por un incendio durante la misma.




Antes mencionábamos la repoblación de los valles de la zona por parte de los cristianos tras la conquista del resto de la Península Ibérica por parte de los musulmanes. Los nuevos pobladores constituyeron diferentes asentamientos, los cuales han llegado en muchos casos hasta la actualidad. En este fenómeno fueron de gran ayuda los monasterios del lugar.



El más importante de todos ellos era monasterio de Turieno, más tarde conocido como monasterio de Santo Toribio de Liébana. La iglesia actual, de estilo gótico con influencias cistercenses, se empezó a construir de 1256 sobre una construcción anterior que data del siglo VI. Además, en el muro sur se pueden observar sendas portadas románicas. Además, dependencias adyacentes como el claustro o la capilla que acoge la mayor reliquia del lugar son de estilo barroco. En la mencionada capilla se encuentra el Lignum Crucis, debido a la cual este monasterio es uno de los lugares de peregrinación más importantes para el cristianismo.



Seguimos adentrándonos en el Valle de Valdebaró, remontando el curso del río Deva. Realmente es llamativa la cantidad de pequeños pueblos y aldeas que se asientan a la vega del río, escondidos entre montes o sobre las laderas de la montaña. Por recomendación de Alberto fuimos a Mogrovejo, a la postre uno de los lugares que más me han gustado de este verano.



Esta catalogado como Conjunto Histórico desde 1985, siendo una de las muestras más representativas de la arquitectura tradicional labaniéga, con el inmejorable telón de fondo del macizo oriental de los Picos de Europa.



También existen buenas panorámicas del Macizo de Andara por un lado, y especialmente del valle y de la sierra de Peña Sagra por el otro.



Centrándonos en Mogrovejo, como construcciones eclesiásticas y defensivas destacan la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción (siglo XVII) y la Torre de Mogrovejo. La torre medieval (siglo XIII) se asienta en lo alto de la loma y dentro de un recinto cerrado, dominando el resto del pueblo.





Las casas  son en su mayoría de piedra con tejas rojas, de no mucha altura en general, y al igual que en Potes, las calles y balcones tenían muchas flores decorativas. Además, hay elementos de su tradición agraria que me recuerdan a otros lugares cercanos, pero en Asturias, como el único hórreo que conserva o la cuadra con el pajar en la planta superior.






Tras unos bocadillos con productos típicos de la zona de Picos de Europa, como pueden ser los Quesucos de Liébana y el Picón Bejés-Tresviso (ambos quesos amparados por su respectiva Denominación de Origen Protegida) nos dispusimos para ir hacia el final del valle y de la carretera, hacia Fuente Dé.


Nos quedamos al pie de los mismos Picos, junto al bosque de frondosas buscando a algún que otro pajarillo, especialmente al carbonero palustre con el cual dimos, aunque hubo muchos más. Sin embargo, debo reconocer que en ese momento estaba más entusiasmado fotografiando esas paredes rocosas prácticamente verticales, de poco menos de 1.000 de desnivel desde donde nos encontrábamos. 





Tras una dura caminata por otra zona del valle en busca de pícidos (sin suerte, pero en otra ocasión será) terminamos el recorrido con un agradable paseo junto a las huertas de Vega de Liébana, con las impresionantes Peñas de la Hoz y Peña Bistruey al fondo y llamándonos para que nos adentremos en ese valle. Ya era tarde, pero me prometo a mí mismo que en otro momento lo recorreremos.






8 comentarios:

  1. Hola Ismael, parece que este verano no perdiste ni un minuto de los días que pasaste por nuestra tierra. Me alegro que no pierdas las buenas costumbres.
    Un fuerte abrazo

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    1. Se intentó aprovechar el tiempo por Asturias al máximo posible como siempre, incluyendo playa en los días buenos.Y todavía tiene que salir alguna entrada de la provincia y no de las vecinas, je, je.
      Un saludo.

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  2. Una jornada de categoría la de aquel día por pueblos lebaniegos, que con momentos como los de los bocadillos de queso y algo de bicherío variado ganó aun más puntos.
    Pero lo mejor fue conocernos al fin en persona, que ya iba siendo hora jejeje...
    Pues por Liébana aun hay mas pueblos que no vimos y que son una auténtica pasada, pendientes quedan para la próxima... y a ver si también los picos medianos se portan mejor que esta vez XD.
    Saludos

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    1. Gracias por todo Alberto.
      Fue un gran día, pero aun así nos tenemos que reservar uno para dedicarlo exclusivamente a las aves y la naturaleza.
      Y sí, desde la misma carretera nos fijamos en más de uno al que nos gustaría ir. Ya de por sí disfrutamos de los vistos por allí y no era plan ir a todos. Así que para la próxima iremos, je, je. Y los picos medianos y otras aves no faltarán.

      Un saludo.

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  3. Fue una buena excursión, qué bien comimos y qué sitios más bonitos vimos!
    Aunque el calorazo no nos lo quitaba nadie, que luego nadie diga que en el norte se pasa también calor je, je

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    1. Vimos sitios muy guapos, desde luego. Y ese calor ya no lo recuerda uno, mejor quedarse con las cosas buenas.

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  4. Potes es un pueblo muy bonito en el que he estado muchas veces, pero los otros fueron novedad y el conjunto estuvo muy redondo, la verdad.
    ¡La comida suculenta que nunca falte en nuestras quedadas!

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    1. Y tanto que es bonito, y lo mejor es que por las callejuelas casi no va nadie. Los otros, especialmente Mogrovejo, me gustó mucho.

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