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jueves, 29 de mayo de 2014

En La Mancha, del humedal al monte mediterráneo.

A principios de mayo decidimos hacer otra de nuestras quedadas con Carlos Rossi en Castilla-La Mancha. Y como en las otras ocasiones, el día comenzó en una laguna de las inmediaciones de Daimiel. Fuimos en viernes, por lo que aquello estaba mucho más tranquilo que en fin de semana y la cantidad de diferentes aves se percibía desde el primer instante.
Sin ninguna duda, las más fáciles de ver por su tamaño y por su número fueron los flamencos comunes. Los adultos eran numerosos, mostrando a sus congéneres y a nosotros mismos sus colores rosas del ala, tan llamativos para todos. De esta especie puedo decir que conozco más bien poco de su etología, pero yo diría que el comportamiento de las fotografías corresponde al cortejo.




Y si eran ya de por sí no eran pocos, mientras mirábamos a otras especies de aves, llego otro bando bastante numerosos de flamencos. Además, se dirigieron hacia aquella zona que ya ocupaban otros flamencos, de forma que ver a un grupo bastante numeroso fue todo un placer.





En nuestro recorrido los llegamos a ver desde más cerca, mientras comían o se acicalaban. Gracias a algunas fotografías que hicimos tanto Carlos como yo vimos varias anillas, como por ejemplo en el caso de uno que lleva una anilla de PVC amarillo (o quizá naranja ya que la sombra me impide ver bien el color) en letras negras con la inscripción X|017 en la pata derecha.




Pero el caso es que no había sólo flamencos, como se puede ver en alguna de las fotos. Por ejemplo, en una de ellas se ve a una pareja de malvasías cabeciblancas, pero en realidad éstas también son relativamente numerosas por allí, formándose bastantes parejas. Ojalá saquen adelante a muchos patitos para que posteriormente colonicen nuevos humedales.


Malvasías cabeciblancas macho (tres) y hembra (una).

Y otro pato que lo está pasando bastante mal es el porrón pardo, aunque en este caso sólo observamos a un individuo fue todo un placer. Además, vimos a un híbrido de porrón europeo x porrón pardo, en el cual me fijé desde el principio debido a los ojos amarillos que tiene. Hay que recordar que los del porrón europeo son rojos mientras que los del porrón pardo son prácticamente blancos. Además, el híbrido tiene cabeza, cuello y pechos más parecidos a los del pardo, mientras que el resto del cuerpo recuerda al diseño del europeo pero algo más oscuro. 

Híbrido de porrón el tercero desde el principio del tronco.

Junto al híbrido se encentraban porrones europeos, ánades reales y patos colorados. Además, por las inmediaciones se veía a algún ánade friso y a los ruidosos tarros blancos. 
También gusto mucho ver los vuelos acrobáticos de los fumareles cariblancos, tanto sobre la lámina de agua como en los campos adyacentes. Habrá que esperar al verano para ver a los juveniles reclamando comida y en sus primeros vuelos.

Fumarel cariblanco.

Y si yo iba con la idea de ver a una especie en específico, ésta era la avoceta, ya que es a mí me resulta relativamente difícil. Había al menos seis que yo recuerde, yendo de dos en dos. Realmente no sé si son parejas que criarán allí o simplemente pararon durante su viaje.
De limícolas también había varias parejas de las esbeltas, bonitas y confiadas cigüeñuelas, andarríos chicos, chorlitejos chicos, chorlitejos grandes y un chorlitejo patinegro. De los dos últimos chorlitejos, son los primeros que veo y además juntos ya que el grande estaba echando al pobre y pequeño patinegro.

Macho de cigüeñuela común.
Hembra de cigüeñuela común.

Entre los pajarillos destacan los carriceros común y tordal, los cuales no paraban de cantar. Incluso un tordal nos deleitó al salir del carrizo y cantar durante largo rato al descubierto.

Carricero tordal.

De esta forma tan amena pasamos la mañana en una de las lagunas de la Mancha Húmeda. Por la tarde teníamos pensado pararnos en un lugar de Toledo. Y como entre ambas provincias hay zonas de sierra que actúan como límite natural, decidimos cruzarlas en lugar de ir por la autovía. Para ello, elegimos la carretera que une Villarrubia de los Ojos y Urda, pasando por el Puerto de los Santos y la Sierra del Reventón, justo en la parte más oriental de los Montes de Toledo.



De fauna vimos algunas mariposas, algunas aves como arrendajos y cucos, además de varios ciervos descansando a la sombra de las encinas de una finca cinegética. Pero en este caso, al contrario que en la laguna, lo mejor era el paisaje, con la llanura manchega en el horizonte y las laderas llenas de jaras y encinas.




Además, se veían crestas cuarcíticas, típicas de los Montes de Toledo en general, como ya vimos en las entradas correspondientes a Las Villuercas. Al fin y al cabo comparten el mismo origen aunque a simple vista ambos lugares parezcan diferentes.



Y aunque desde lo alto del puerto de los Santos o de la Sierra del Reventón las vistas sean muy bonitas, con el encinar y la dehesa como coprotagonistas de las sierras...



El lugar que más me gustó fue cuando paramos junto a un arroyo, en la parte más baja del recorrido. Estábamos junto a dehesas y sus campos llenos de margaritas, con la sierra de Luenga al fondo, en mitad de ninguna parte y prácticamente solos. Rodeados de la naturaleza manchega más desconocida para el público en general.



Terminamos esa mañana visitando dos ecosistemas tan diferentes entre sí y a la vez tan cercanos, cada uno son sus cosas para mostrarnos y enseñarnos.





sábado, 4 de enero de 2014

De Daimiel a la Laguna de la Posadilla.

De nuevo vamos a Daimiel, en una de nuestras tradicionales quedadas con Carlos Rossi, que en esta ocasión vendría acompañado por su hermano menor. La excursión que teníamos organizada no estaba tan orientada a la ornitología como en otras ocasiones, pero no nos íbamos a olvidar de las aves ni mucho menos.
El punto de encuentro era una laguna del entorno de Daimiel, normalmente bastante solitaria pero que en esta ocasión había muchos más aficionados al mundo de las aves con su telescopios, prismáticos y cámaras.
No sé si por la época en la que íbamos (puente de diciembre) o por la mayor cantidad de personas vimos menor número de especies animales que en otras ocasiones. Sin embargo, haber ido hasta allí mereció mucho. Vimos las allí comunes malvasías cabeciblancas, un grupito de ansares comúnes y otro de gaviotas sombrías con alguna reidora, el colorido calamón, el cuchara común (la anátida más numerosa en ese día), la garza real en vuelo, un bando en vuelo de porrones europeos, el zampullín chico, diferentes especies de pajarillos como los bisbitas pratense y ribereño alpino o los chorlitejos chicos mezclados con las gallinetas.

Chorlitejo chico.

Sin embargo, la verdadera estrella fue el águila moteada, toda una rareza y más por el centro de la Península Ibérica. La pobre, incomprendida por los aguiluchos laguneros occidentales, no dejaba de ser acosada una y otra vez. Desde luego, no les gustaba tener a una forastera más grande que ellos como vecino y competencia.

Águila moteada.
Águila moteada y hembra de aguilucho lagunero occidental.

Nuestra siguiente parada se encontraba en el propio río Guadiana. Veníamos observando que a las grullas les gustaba posarse en sus orillas y campos adyacentes, de forma que nos dirigimos hacia allí con la esperanza de verlas. Y tanto que vimos a unas cuantas, posadas y en vuelo.
Además, dentro del propio río se veía una decena de cigüeñas blancas y algunos cormoranes grandes posados en árboles secos.

Grullas comunes.

Ese era uno de nuestros objetivos del día y estaba cumplido. Nos fuimos hasta el molino de Molemocho siguiendo siempre la orilla del río, desde donde vimos una gran afluencia de coches hacia las Tablas de Daimiel (ya sabíamos que ese no era el mejor día para acercarse a los observatorios).
De vuelta a Daimiel avefrías en los campos y cernícalos vulgares posados amenizaban el recorrido.Y de Daimiel, antes de comer, nos fuimos hasta el Castillo de Calatrava la Vieja para darle un toque más cultural e histórico a nuestra salida.

Castillo de Calatrava la Vieja.

 Se encuentra a orillas del Guadiana, en el término municipal de Carrión de Calatrava. Antaño fue una importante ciudad fortificada del Califato Omeya de Córdoba y debido a ello, lugar de disputa entre musulmanes y cristianos durante la Reconquista. En este periodo pasó a formar parte de las posesiones de los Caballeros Templarios, pero posteriormente su defensa fue encomendada al abad Raimundo de Fitero, que posteriormente crearía Orden de Calatrava.
Sin embargo, tras la batalla de Alarcos, donde se encuentra otro importante castillo, Calatrava la Vieja fue recuperada por los almohades. Sin embargo, en 1212 fue de nuevo recuperado por los cristianos, hecho definitivo tras la batalla de Las Navas de Tolosa. Sin embargo, la sede de esta Orden Militar se trasladaría al castillo que actualmente se conoce como Calatrava la Nueva.



 De esta historia quedan unos yacimientos a los cuales no se puede acceder libremente. El castillo forma parte del Parque Arqueológico de Alarcos-Calatrava la Vieja, el cual se mantiene cerrado al público, excepto unas visitas guistadas al Castillo de Calatrava la Vieja, aunque no sé muy bien horarios y tarifas.
En fin, una pena que un lugar con tanta historia se vea actualmente en esta situación.
Al menos, aunque no pudimos entrar al recinto, lo que vimos desde el perímetro nos dio una pequeña idea del lugar. Y además, nos permitió la cercana observación de un mochuelo europeo, da gusto cuando se dejan ver así.

Mochuelo europeo.

Ya se nos estaba haciendo tarde tras la comida y todavía nos quedaba una parada, la que a la postre sería la más interesante desde el punto paisajístico: el Monumento Natural Laguna y volcan de la Posadilla.
Se trata de un maar, una laguna de origen volcánico que se forma tras una erupción hidromagmática situada en la región volcánica de Campo de Calatrava, exactamente entre Valverde y Poblete.



Es nuestro primer contacto con este tipo de paisajes y realmente nos dejo impresionados por su tamaño. Se encuentra el cráter con la laguna al fondo, mientras que en uno de los laterales aparece una cresta cuarcítica que le otorga al conjunto una mayor altitud.




En las laderas del interior del cráter crece el bosque mediterráneo formado por diferentes especies del género Quercus, además de matorral. Junto a la laguna se ve la vegetación típica de las orillas de estos ambientes, siendo curioso el contraste entre ambos ecosistemas tan cercanos el uno del otro.



Subiendo opr la cresta se puede observa el entorno del maar, con campos cultivos de cereales y olivares, además de panorámicas de la llanura castellana.




 Nostros estuvimos por la tarde, con el sol en muy mala posición y por ello, muy mala luz para hacer fotografías bonitas. Sin embargo, aguantamos allí hasta el anochecer, cuando el sol se ocultó tras la cresta del cráter del volcán.



Ya sin luz era hora de volver, no sin antes ver algunas garcillas bueyeras y el último mochuelo del día.




lunes, 16 de diciembre de 2013

De vuelta.

Prácticamente ha pasado un mes y medio desde la última entrada en este blog. Un fallo informático tras otro me han impedido actualizarlo durante este tiempo. Pero aunque no haya estado activo aquí sí que he podido hacer varias salidas a la naturaleza, siempre cámara en mano.

Laguna y volcán de La Posadilla.


Es el caso de la excursión a la laguna y volcán de la Posadilla, en Ciudad Real. En futuras entradas se tratará mejor esta excursión y otras diferentes por la Comunidad de Madrid y por ambas Castillas, además de algunas cosillas que me han quedado del verano y que no he podido poner antes.

Me disculpo por esta dejadez forzada del blog.




jueves, 24 de octubre de 2013

Pajareando en verano: Daimiel.

Daimiel, Daimiel...lugar al que tanto nos gusta ir. Tanto que ya van unas cuantas excuriones por allí en aproximadamente 2 años, y no nos cansaremos de seguir acercándonos por allí. Una especie nueva, otra que habíamos visto antes pero que resulta más frecuente, un lugar nuevo, el paisaje cambiante, o cualquier otro detalle que hace que cada visita se diferente siempre animará a que volvamos.
En esta ocasión nos acercábamos en pleno verano, el 27 de agosto específicamente, solos Carlos y yo. Buscamos el que sería el día perfecto por entonces: bajada de las temperaturas en un día entre semana a finales de agosto, para intentar ver al menos el inicio del paso migratorio junto al menor número de visitantes posible. Además, yo buscaba otro de esos cambios en el paisaje, ya que sabía que la vegetación palustre se encontraría totalmente verde y muy posiblemente el nivel hídrico siguiera alto, como así fue.




Al llegar veía a mi compañero parado junto al puente del molino de Molemocho. Me estaba esperando, ya que había detectado a unos martinetes por allí, aunque sólo pude disfrutar de un juvenil moviéndose entre los tarays.Sin embargo, fue todo un adelanto para lo que se nos avecinaría posteriormente con las ardeidas, prácticamente durante todo el día.
También por esa misma zona vimos familias de somormujo lavanco, algún zampullín chico y fumareles cariblancos volando.
Ya en el propio Parque Nacional nos dirigimos primero a las pasarelas de madera hasta la Isla el Pan para posteriormente hacer parte del itinerario de la Torre de Prado Ancho. Sinceramente, se notaba la poca o nula presencia de personas: numerosas garcetas comunes, fochas comunes a decenas, algunas gallinetas comunes y numerosos patos colorados (en fase de eclipse) ocupaban toda la lámina de agua, incluso cerca de las propias pasarelas.

Hembra de pato colorado.

Pato colorado (hembra o juvenil).

Pato colorado (hembra o juvenil).


Además, se dejaba ver algún cuchara europeo y el primer porrón pardo que veíamos en libertad en el P.N.

Porrón pardo.

Además, el canto de los pajarillos nos acompañaba en todo el recorrido: jilguero, verderón común, familias de buitrones, algún colirrojo tizón, tarabilla común, carbonero común, un gorrión molinero, alcaudón común, los ruiseñores bastardos y muchísimos carriceros comunes, estaban por todos los lados. 

Carricero común.
 
A lo largo del día también vimos a otros pajarillos en paso migratorio como papamoscas gris, papamoscas cerrojillo y mosquitero musical.

Papamoscas cerrojillo.
Papamoscas gris.

Creo que merece ser destacada la presencia de algunos abejarucos europeos, una abubilla, el pito real, los siempre presentes aguiluchos laguneros, además de un juvenil de aguilucho cenizo sobre las charcas. También un pequeño grupo de avefrías, una cigüeña blanca, cormoranes grandes en vuelo o posados en su dormidero, gaviotas reidoras y sombrías. Y de nuevo, en un periodo en el que no esperaría encontrarlos, un par de grupos de ansares comunes.
Y bastantes aredidas, como las garcetas comunes que ya mencioné, algunas garzas reales posadas o en vuelo, y sorprendentemente para mí, un gran número de garzas imperiales, una garceta grande que se encontraba pescado y dos avetorillos que estaban reclamando (y uno dejándose ver).

Garceta grande.

Pero nosotros también teníamos pensado ver algo más de movimiento de limícolas (sabiendo que el grueso de ellas todavía no habría llegado), y salvo las estivales cigüeñuelas comunes y los andarríos chicos no vimos más por allí.
Para ello nos desplazamos, después de comer, a unas lagunas cercanas, donde pensaba que las posibilidades de verlas serían mayores. Y así fue, aunque con poca cantidad de individuos. Además del andarríos chico se encontraban el andarríos grande y el andarríos bastardo, una pareja de combatientes (se diferencian muy bien por el tamaño), chorlitejos chicos, archibebes claros y archibebes comunes, y además eran muy numerosas las cigüeñuelas (juveniles y adultas).

Cigüeñuela común juvenil.

Pero no sólo se encontraban las limícolas. Entre las zancudas también se encontraban los flamencos, aunque en esta ocasión eran menos y había muchos juveniles.

Flamenco común juvenil.

Personalmente iba con ganas de ver moritos, y así fue. Vimos a varios individuos, incluido un juvenil acompañado por uno de sus progenitores.

Moritos adulto (izquierda) y juvenil (derecha). Cigüeñuela (abajo).

Y no nos podemos olvidar de las anátidas, como los tarros blancos (que por alguna causa en un principio los confundí en vuelo con avocetas, tal vez el diseño alar), los ánades azulones, el porrón europeo, la cerceta común, y sobre todo, las malvasías cabeciblancas, curiosamente las más numerosas.
Había algún macho con su llamativo pico azul pálida, pero no eran los más numerosos. Eran superados por hembras y juveniles, e imagino que también habría algún macho en fase de eclipse. Junto a estos grupos de malvasías cabeciblancas no era raro ver a algún zampullín cuellinegro.

Malvasía cabeciblanca.

Allí también es común una de esas aves tan llamativas, de color azul y pico rojo, el calamón común. Aunque en esta ocasión sólo vimos un ejemplar medio escondido entre la vegetación palustre.


Calamón común.

Tampoco faltaron los pajarillos por esta zona, como por ejemplo mi primera golondrina dáurica (acompañada de golondrinas comunes, aviones comúnes, aviones zapadores y algún vencejo común). Además, los carriceros comunes estaban por todos los lados de nuevo, nos pareció escuchar a un carricero tordal y vimos a la curruca mosquitera.

Carricero común.

Y al igual que por la mañana, por la tarde las ardeidas no dejaron de acompañarnos. Primero fueron los martinetes con un cercano juvenil, mientras que un adulto se encontraba pescando algo más lejos.

Martinete.

También se veían garzas reales e imperiales en vuelo, y vimos a un pequeño bando de garcillas bueyeras posadas.

Garcillas bueyeras. También se ve porrón europeo, cerceta común, fumarel cariblanco, entre otros.

Pero fue otra garcilla, la cangrejera, la que más nos animó la tarde. Se encontraban rodeando toda la laguna, salían volando desde el carrizo y se posaban de nuevo, bien ocultas o bien en la orilla o en los árboles secos.

Garcilla cangrejera.

Sorprendimos a dos de estas garcillas cangrejeras posadas en un árbol seco. En realidad pensábamos que eran tres, pero una resultaba un poco diferente y además era bastante confiada. Y tanto que era algo diferente, ya que se trataba de un avetorillo ni más ni menos, totalmente al descubierto, el cual nos permitió observarlo y fotografiarlo a placer.

Avetorrillo común.

Otras aves observadas fueron ánade friso y cerceta pardilla en la laguna de aclimatación, cernícalo vulgar, y las ya mucho más comunes paloma bravía y paloma torcaza, tórtola turca, mirlo común, estronino negro, urraca y gorrión común, lo cual nos permite completar lo que fue un día muy completo en pleno verano.