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lunes, 9 de marzo de 2015

Pueblos de la Sierra de Segura.

En la anterior entrada nos maravillábamos con los paisajes que nos muestra la parte norte de la Sierra de Segura, desde Riópar Viejo hasta Santiago de la Espada. La sierra está salpicada por pueblos y pedanías que le otorgan un carácter especial, al situarse en los valles, laderas o en lo alto de los montes. 

Segura de la Sierra.

De una u otra forma el pueblo segureño influye sobre el medio, o tal vez el medio sobre el pueblo. Se ve claramente en el caso de Torres de Albanchez, el cual se encuentra en la ladera del cerro del Castillo. Los olivares se sitúan a sus pies. En cambio, los pinares van escalando las laderas hasta llegar a la parte más alta. De esta forma, vemos las dos actividades tradicionales de la zona, el aprovechamiento del pinar para madera y el del olivar para la obtención de sus productos como puede ser el aceite de oliva y las aceitunas de mesa.

Torres de Albanchez.

Otro ejemplo lo tenemos en Villarrodigo, donde se observan olivares, pero también tierras de labor. Aquí, las pendientes son menos pronunciadas, abriéndose paso a lo que más al norte serán las llanuras manchegas. Además, con buenas perspectivas se observa la zona de transición que existe entre las estribaciones orientales de Sierra Morena y las occidentales de la Sierra de Alcaraz, en forma de Sierra del Relumbrar.

Villarrodrigo.

Esta estética la comparten los pueblos de la zona, generalmente con casas encaladas, rodeados de pinares y olivares, e incluso de Calares y altos picos en las zonas más profundas de la Sierra de Segura. Uno de estos pueblos es Siles, el cual nos empieza a contar un poco más de historia. Entre sus calles de casas blancas se encuentra la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, del siglo XIV.

Siles.

Cerca también se sitúa la Casa Tercia, famosa porque según la tradición fue hogar del soldado y famoso poeta Jorge Manrique. Además, adyacente a la vivienda está el monumento más importante del pueblo y que da fe de la importancia estratégica de toda esta zona, la Torre del Cubo. No está claro el origen de la torre (si musulmán o cristiano por parte de la Orden de Santiago),  aunque de lo que no hay duda es del imponente tamaño de esta torre cilíndrica.

Torre del Cubo.

La presencia de la Torre del Cubo y las murallas adyacentes no obedecen si no a las necesidades defensivas de los pueblos de la zona. Así, a lo largo de su geografía se pueden ver diferentes castillos y almenaras, aunque la mayoría están en ruinas actualmente. De los castillos más importantes son los de Hornos de Segura y Segura de la Sierra, ambas localidades declaradas como Conjunto Histórico-Artístico.

Sierra de Segura.
Hornos de Segura.

La función defensiva de Hornos de Segura quedaría demostrada únicamente por su posición en lo alto de un risco, vigilando aquel valle que actualmente ocupa el embale de El Tranco. Si no quedara claro con todo ello, tenemos los restos del castillo construido por la Orden de Santiago, entre finales del siglo XIII y principios del XIV, sobre uno anterior de origen musulmán. Vemos la Torre de Homenaje y los restos de otras tres torres más (actualmente restauradas), en las cuales confluirían las murallas que protegían al pueblo. De estas murallas queda la Puerta de la Villa, cuya parte superior es una magnífico mirador, ya que vemos pueblos como Cortijos Nuevos o El Yelmo.

Castillo de Hornos.
Puerta de la Villa.
Cortijos Nuevos.

Entre sus calles con casas encaladas y plantas que en otra época se encontrarán en flor se encuentra la otra pequeña joya de Hornos, la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción. Se construyó entre 1523 y 1550, aunque siguiendo el estilo gótico. Sin embargo, en su fachada destaca su portada de estilo plateresco que pese a haber llegado un poco deteriorada se deja adivinar la belleza de sus motivos decorativos.


Portada plateresca de Nuestra Señora de la Asunción.


Al otro lado de El Yelmo se sitúa Segura de la Sierra, pueblo que comparte historia con Hornos. Fue conquistada por los musulmanes a los pocos años de su llegada y permaneció en sus manos hasta el siglo XIII. Durante los siglos de posesión musulmana no vivió tiempos de tranquilidad, ya que fue lugar de disputa entre los reinos de taifas, aunque también vivió épocas de independencia lo que ayudaría a adquirir una importancia notable en la zona. En 1124 fue conquistada por la Orden de Santiago y cedida a la misma por parte de Alfonso VIII para su administración. La Orden transformaría Segura de la Sierra en el centro de la Encomienda de Segura.

Castillo de Segura de la Sierra.

Hay un personaje con nombre propio en este pueblo. A mediados del siglo XV Rodrigo Manrique era Comendador de la Orden de Santiago, e incluso llegó a ser Gran Maestre desde 1474 hasta su fallecimiento en 1476. Rodrigo fue el famoso padre del más famoso todavía Jorge Manrique, poeta y soldado que podría haber nacido en esta villa, aunque estos términos no están nada claros ya que este privilegio se lo disputa con Paredes de la Nava, en Palencia. El caso es que Jorge sí es posible que haya vivido en la localidad, e incluso parece que su casa se mantiene en pie. La casa de Jorge Manrique en todo caso nos muestra una portada de medio punto con el escudo nobiliario de los Figueroa-Manrique.

Estatua de Jorge Manrique con El Yelmo al fondo.
Casa de Jorge Manrique.

En el trazado medieval del casco urbano no nos encontramos únicamente con este edificio. Cerca se sitúa la iglesia de Santa María del Collado, construida en el siglo XVI y posteriormente reconstruida debido a los destrozos que sufrió tras el incendió provocado por las tropas francesas. Al conjunto también se le soma la Fuente Imperial, el antiguo colegio de los Jesuitas (actual ayuntamiento), la Puerta Nueva, además de los baños árabes o la plaza de toros que tiene una forma más o menos rectangular.

Iglesia de Santa María del Collado.
Iglesia de Santa María del Collado.


Pero es su imponente castillo el que otorga personalidad a Segura de la Sierra. Se construyó sobre un anterior castillo musulmán que ya tuvo que se imponente, pero lo fue más tras las conquista cristiana ya que la Orden de Santiago fue la encargada de la construcción de la Torre de Homenaje y otras dependencias. Llegó a ser lugar de residencia del Gran Maestre de la Orden, pero como ocurrió en otros tantos castillos españoles, fue abandonado a su suerte durante siglos. Por suerte para éste, ha sido restaurado con acierto y cuenta con un envidiables estado de conservación.

Castillo de Segura de la Sierra.

Ya fuera de Jaén, en tierra de Albacete, se encuentra Riópar Viejo. También se encuentra en una posición defensiva, vigilando un estrecho valle. No le falta el castillo de origen musulmán, aunque actualmente se encuentra en estado ruinoso y además durante año fue utilizado como camposanto.

Ruinas del castillo de Riópar Viejo.
Riópar Viejo y Valle desde el castillo.

Los habitantes de este pueblo fueron abandonándolo a partir del año 1772 tras la inauguración de las Reales Fábricas de San Juan de Alcáraz. Tras decenios de abandono la gente va volviendo, existiendo un proyecto para dar vitalidad al antiguo núcleo con la restauración de sus casas y de la iglesia del Espíritu Santo (siglo XV). 

 


Aquí termina nuestro viaje, lleno de parajes naturales y pueblos con historia de una zona de Andalucía (y Albacete) que merece ser mejor conocida por todos nosotros.




sábado, 5 de julio de 2014

Castillo de la Muela, Consuegra.

En esta entrada continuamos con dos líneas, por un lado con las fortalezas medievales que ya presentamos en la anterior, además de con aquella salida por La Mancha que realizamos hace ya casi dos meses (para quien la quiera recordar, pueden pinchar AQUÍ).
Viajamos a Consuegra, en la provincia de Toledo limitando con Ciudad Real, donde se encuentra un castillo acompañado por numerosos molinos de viento, conformando una de las imágenes más típicas de La Mancha, y por qué no decirlo, también de toda la comunidad autónoma en general. En realidad es un lugar fácilmente divisable desde la autovía A-4, especialmente por la noche cuando todo el conjunto está iluminado. En cambio, hasta este momento no habíamos decidido parar por allí.


Tanto castillo como molinos se asientan en lo alto del cerro Calderico, posición estratégica donde las haya ya que permite controlar las llanuras manchegas que se extienden al norte y al este, mientras que al sur y al oeste se encuentran las estribaciones de los Montes de Toledo.



Con esta posición, no es de extrañar que a lo largo de la historia hayan existido diferentes construcciones defensivas, incluso romanas aunque este punto no está claro en la actualidad. En cualquier caso, es ya en el siglo X cuando se empezó a construir el actual castillo de la Muela, con el objetivo de defender la capital del Califato de Córdoba. 



Así, aunque el castillo presente un origen musulmán, la construcción del mismo continúe durante varios siglos, debiéndose su aspecto actual a la Orden de San Juan de Jerusalén cuando lo tomaron en posesión ya en el siglo XIII.

Escudo superior, de Don Juan José de Astria, prior de la Orden durante el siglo XVIII.

Durante estos años fue lugar de disputa entre cristianos y musulmanes. En cambio, la primera vez que pasó a manos de los primeros no fue debido a batalla alguna.  Para ello, hay que remontarnos un poco a la historia del siglo XI, con la llegada de los almorávides a petición de los diferentes reyes de taifas tras la toma de Toledo por parte de Alfonso VI de León, de Galicia y de Castilla. En las primeras incursiones, este pueblo del norte de África sí ayudaron a los reyes de taifa, volviendo a África poco después. Sin embargo, en un posterior requerimiento de los reyes de Taifas, también se enfrentaría a ellos para unificar las taifas en un único reino.



Ante la inminente conquista, el rey de la taifa de Sevilla y Alfonso VI llegan a un acuerdo matrimonial, casándose este último con la princesa musulmana Zaida (la cual se convertiría al cristianismo tomando el nombre de Isabel). Esto le valió un castillo a Alfonso VI como dote matrimonial, el de Consuegra. En este punto hay que hacer un inciso, ya que es esto lo que parecido que ocurrido, pero las crónicas que nos han llegado hasta nuestros días son un tanto contradictorias.



Los almorávides tomaron las diferentes Taifas, incluida la de Sevilla y continuaron hacia el norte. Así, en el verano de 1097 se produce la batalla de Consuegra, una de las más importantes entre los ejércitos del rey Alfonso VI y del emir Yusuf ibn Tashfin. Es el rey cristiano el que decido presentar batalla en las inmediaciones de Consuegra, pero debido a que contaba con pocos efectivos decide pedir ayuda a Rodrigo Díaz de Vivar. Éste último, tras sus exitosas batallas, decide enviar a su hijo heredero Diego Rodríguez, y posteriormente al caballero Alvar Fáñez, aunque la caballería de este último no llegaría completa debido a una emboscada que sufría antes de llegar, en Cuenca.



Al fin, se presentó la batalla, donde ambos ejércitos sufrieron grandes pérdidas, especialmente el cristiano, el cual tuvo que replegarse primero al pueblo y posteriormente al castillo. Sin embargo, murió Diego Rodríguez, único hijo de El Cid.



El ejército de Alfonso VI resistió a 8 días de asedio, pero finalmente los almorávides lo levantaron, especialmente ante el temor de la llegada de refuerzos para ayudar al rey. Pese a la batalla presentada y que los cristianos lograran mantenerlo, pocos años después lo perderían.



En medio siglo la situación permaneció igual para este castillo, hasta que Alfonso VII (nieto de Alfonso VI) lo conquista en el año 1155, aunque de nuevo se perdería. Finalmente, lo toma la Orden de San Juan de Jerusalén, en 1183.
Como ya mencioné anteriormente, fue esta orden la encargada de otorgarle nuevas murallas, torres y las diferentes dependencias de las que consta en la actualidad, entre ellas la capilla.





Sin embargo, este castillo fue perdiendo importancia a lo largo de los siglos, historia que ya hemos visto en otras fortalezas. Y como en otras, también fue destruido durante la Guerra de Independencia, en el siglo XIX por parte de los franceses, e igualmente, también sufrió la desamortización de Mendizábal. Es a mediados del siglo XX cuando comienza la restauración del mismo, la cual dura hasta nuestros días.
Es en este último periodo cuando también se restauran los 12 molinos que hay a su alrededor. Son estos molinos los que hacen único a este cerro, con las construcción militar y la arquitectura tradicional de La Mancha compartiendo entorno. 



De los molinos poco puedo contar. En cambio, si alguien quiere aprender sobre su funcionamiento se puede visitar uno de ellos, viendo todo el mecanismo. Pero sí os mostraré varias de las fotografías que hicimos, una pequeña muestra de todas las que tengo ya que son demasiado fotogénicos.








sábado, 21 de junio de 2014

De castillos por Castilla-La Mancha.

En una excursión reciente que realizamos por la Sierra Norte de Guadalajara nos preguntábamos que nexo de unión podrían tener los vecino de, por ejemplo Tamajón (Guadalajara) con los de Consuegra (Toledo) para sentirse identificados como una única comunidad. Después esta misma idea la extrapolamos a las dos provincias mencionadas y seguíamos sin verlo claro. Cuando llegué a casa lo entendí a medias o eso creo salvo que alguien me corrija: ese nexo lo compone su historia desde la Edad Media con una Taifa de Toledo cuyos límites son similares a los de la actual Castilla-La Mancha, y desde entonces hasta ahora.
Fruto de esa historia compartida tenemos los numerosos castillos, fortalezas y otras construcciones defensivas que siembran gran parte de su territorio. Una muestra pueden ser los cinco castillos que aquí os mostraré, los cuales hemos ido visitando en los últimos meses como parte principal de nuestras salidas o simplemente aprovechando nuestro paso por allí al ir o volver de otras excursiones más largas. En ninguno de ellos tuvimos la posibilidad real de entrar, pero eso no quita que sean igualmente impresionantes y que en un futuro no podamos dejar de visitarlos.



Empezamos con aquellos dos de Guadalajara, de La Alcarria exactamente, comarca con numerosos castillos y palacios. A uno de los pueblos fuimos allá, por finales de febrero en un día nublado, ventoso y al final, lluvioso. Se trata de Torija, cuyo castillo se ve parcialmente desde la autovía A-2, por la cual he pasado muy habitualmente y aun así nunca he parado en este pueblo.



El origen del castillo de Torija se remonta al siglo XI, tras la conquista de estas tierras por parte del ejército católico. Los Caballeros Templarios se encargaron de defender el valle en el que se asienta Torija, para lo cual levantaron una primera atalaya.
Posteriormente fue cambiando de manos, hasta que finalmente en el siglo XV fue conquistada por los navarros y posteriormente reconquistado por los castellanos gracias a la familia Mendoza, en cuyo poder permanecería. A ellos debemos su actual planta, que data del mismo siglo XV, aunque igualmente importantes fueron su destrucción durante la Guerra de Independencia (siglo XIX) y su posterior reconstrucción a mediados del siglo XX.



Sin lugar a dudas, y desde mi punto de vista, es uno de los castillos más bonitos de la zona, al menos entre los que he visitado, ya que al igual que en otras construcciones de la época se trataba tanto de un lugar defensivo como de residencia.De planta cuadrada, presenta tres torres cilíndricas en tres de sus vértices además de torres de menor tamaño en la parte central de sus lienzos. En el cuarto vértice se encuentra la torre de homenaje, en cuyos vértices también encontramos torres cilíndricas y otras más pequeñas a mitad de sus muros de sillarejo de piedra de color claro.



Todo ello, junto a las cuidadas y bonitas almenas le confieren ese toque tan idílico que tenemos de la Edad Media.



El castillo se sitúa en una de las dos plazas porticadas con las que cuenta Torija, la Plaza de la Villa. De estilo castellano, todas sus casas presentan soportales planos, y en su centro la fuente. Además, desde allí también observamos la torre del campanario de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, de construcción más tardía que el propio castillo.



También estaba ligado a los Mendoza el Castillo de Jadraque o de Cid. Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, I Conde del Cid y I Marqués de Canete, hijo primogénito de Pedro González de Mendoza (Gran Cardenal de España), es el hombre al que hace referencia este castillo y no el héroe medieval Rodrígo Díaz de Vivar el Campeador.



Situado en los alto de un cerro vigila tanto Jadraque como gran parte del valle que forma el curso medio del río Henares, además de la Sierra Norte de Guadalajara e incluso se avista el cerro en el que se asienta Hita. Además, a sus pies se encuentra el mismo pueblo de Jadraque.



Con esta posición estratégica, no es raro que en un principio hubiera una pequeña fortaleza de origen medieval. Sin embargo, fue el Gran Cardenal de España, el que, a finales del siglo XV, construyera el actual castillo de Jadraque. Posteriormente se lo legó a su hijo Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, durante cuya vista vivió su época de esplendor, época que terminó con la muerte del mismo.
Eso sí, el estilo es mucho más sencillo que el de Torija, con planta cuadrangular  varias torres cilíndricas o cuadradas, las cuales apenas sobrepasan la altura de los lienzos. Y aunque actualmente no cuenta con torre de homenaje parece que sí contó con ella en el pasado.



Curiosamente, este castillo pasó a formar parte de las propiedades de la familia Mendoza debido a que el Cardenal intercambió el castillo de Maqueda por el de Jadraque.
Y en el castillo de Maqueda o de la Vela estuvimos al día siguiente. En este caso se encuadraba dentro de una excursión más larga que realizamos por la comarca de Torrijos, en la cual visitamos diferentes lugares como las Barrancas de Castrejón y Calaña, o la iglesia de Santa María de Melque.



La historia de este castillo se remonta al siglo X, cuando Almanzor mando mejorar una fortaleza preexistente. Durante la reconquista pasó a manos de Alfonso VI de Castilla y a partir de entonces tuvo diferentes propietarios, entre ellos la Orden de Calatrava, don Álvaro de Luna, o el mencionado Cardenal Mendoza. Éste último lo cambio con Alonso Carrillo de Acuña, Arzobispo de Toledo, por otras posesiones entre las que se encontraba el Castillo de Jadraque.



Finalmente, en propiedad de Gutierrez de Cárdenas, Comendador Mayor de León y contador del reino, se reconstruyó tomando la forma actual en lo que a sus exterior se refiere. De planta rectangular, en tres de sus vértices presentan torres, además de otras dos en los lados más largos. Estas dos torres laterales suponen la separación de los dos niveles distintos sobre los que se construye todo el castillo.
El toque más bello se lo otorgan las almenas además de su puerta principal protegida por un matacán y con el escudo de la familia coronándola.



Muy cerca de allí, a orillas del río Alberche, nos encontramos el castillo-palacio de Escalona, el cual está en ruinas, aunque sus imponentes restos nos indican la importancia que tuvo en su época.
Aunque como en otros muchos casos, su origen es anterior, pareciendo que incluso se remonta a la época romana. Posteriormente hubo una construcción defensiva musulmana que fue tomada por Alfonso VI durante la Reconquista. Y al igual que en otros castillos, tuvo diferentes propietarios, dos de ellos de gran importancia en nuestra historia y en la del castillo-palacio.



El primero de ellos es Don Juan Manuel, el cual nació allí en 1282. Él fue el encargado de reconstruir el castillo durante su señoría de Escalona, otorgándole la muralla exterior con sus torres albarrana de estilo mudéjar.



Ya en el siglo XV nos encontramos de nuevo con Don Álvaro de Luna, uno de los hombres más poderosos al ser Condestable de Castilla, Gran Maestre de Santiago y valido del rey Juan II de Castilla, hasta su caída en desgracia. En cambio, a él debemos la construcción de un palacio en el interior del castillo de Escalona, otorgándole grandeza y poder.



Hasta aquí hemos llegado en nuestro repaso por varios castillos situados tanto en Guadalajara como en Toledo. Pero desde luego, estos no son los únicos, seguramente tampoco lo más importantes ni más bonitos que se puedan visitar en estas provincias, y mucho menos en toda la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha.