Mostrando entradas con la etiqueta Entornos naturales. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Entornos naturales. Mostrar todas las entradas

viernes, 20 de marzo de 2015

Sierra del Rincón: Puerto de la Puebla y Puebla de la Sierra.

Cerramos esta invierno con una última entrada blanca. En la Península Ibérica, durante esta temporada hemos tenido varias nevadas de importancias, especialmente en el norte. En el resto de la Península no ha sido menos, especialmente en las zonas montañosas como ya vimos en la Sierra de Segura, pero también en Madrid.
Hacía tiempo, mucho tiempo, que no "iba a la nieve", como es común decir por aquí. El hecho de ver los paneles de las principales autovías indicando que los aparcamientos de la sierra ya estaban completos a eso de las 9:30 de la mañana tira mucho para atrás (madrugón, multitudes...). Sin embargo, este otoño descubría la Sierra del Rincón, de forma que hacia allí nos dirigimos.



Si recordamos de la anterior entrada sobre la Sierra del Rincón, nos encontramos en la Reserva de la Biosfera Sierra del Rincón, cuyo paraje más conocido es el Hayedo de Montejo. En esta ocasión preferimos subir hasta el puerto de La Puebla para posteriormente descender a Puebla de la Sierra.
Poco después de pasar por Buitrago de Lozoya el paisaje iba siendo dominado por la nieve. Así, atravesábamos Horcajo de la Sierra, Horcajuelo de la Sierra y Montejo de la Sierra, percibiendo que el lugar elegido no nos decepcionaría, íbamos a tener tranquilidad y mucha, mucha nieve. Según subíamos por el puerto, el paisaje se adivinaba cada vez más espectacular, pero no fue hasta llegar arriba cuando realmente lo pude apreciar.



Por una lado se abre un gran valle, mientras que por el otro hay uno de menor tamaño. El primero es ni más ni menos que el conocido (al menos en Madrid), valle del Lozoya. Está limitado por diferentes sierra: en primer lugar tenemos la Sierra del Rincón, en la que nos situamos; o Peña Cebollera, lugar de nacimiento del río Jarama y que forma parte del extremo occidental de la Sierra de Ayllón.



Peña Cebollera, con su cumbre desnuda totalmente cubierta por la nieve, es la más llamativa desde nuestra posición con sus algo más de 2.100 metros de altura. Al otro lado del valle, en dirección sur (a la izquierda en las fotografías), se encuentran los Montes Carpetanos, con El Nevero como punto más alto. Sin embargo, no destaca debido a la cercanía del techo de Madrid, Peñalara con la Cuerda Larga justo en frente. Como vemos, cumbres y valle están totalmente cubiertos por la nieve, solo interrumpida por los pinares y melojares tan frecuentes en nuestras sierras.



Ya al otro lado del puerto nos encontramos con el valle de La Puebla. Debido a las sierras más juntas la sensación es que es algo más abrupto, con picos que llegan a los 1.800 metros de altura como es el caso de La Tornera o de la Peña de la Cabra. Nos encontramos con pinares y prados como protagonistas, aunque en el fondo, oculto por el terreno, se sitúa uno de los pueblos serranos más conocidos de Madrid (al menos por los madrileños): Puebla de la Sierra.




Puebla de Sierra, junto a La Hiruela, es el pueblo más afamado de los 5 que comparten la Reserva de la Biosfera Sierra del Rincón. No es para menos, ambos conservan la arquitectura serrana que tanto gusta por aquí.
Teniendo en cuenta su actual aislamiento, no podemos dejar de pensar su situación hace varios siglos, cuando los accesos hasta estos puntos eran más complicados, igual que la vida rural. Fue esto lo que le permitió adquirir el título de Villa en el año 1490. Pese a ello, su población en ningún momento ha superado las pocas centenas, dedicándose fundamentalmente a las tierra. El medio agrario sigue teniendo su importancia en el lugar, aunque cuenta con un turismo incipiente que explotar.



Las principales atracciones son, sin lugar a duda, su belleza, su localización, y tal vez la tranquilidad. Es un privilegio pasear por sus calles, especialmente estando cubiertas de nieve (que no de hielo), flanqueadas por edificios siguiendo la arquitectura serrana: piedra sobre piedra, con marcos de madera en puertas y ventana, tejas rojas y aleros de madera en los tejados.





Sin embargo, no escapó de la Guerra Civil, siendo dañados los edificios incluyendo los de mayor importancia como es el caso del ayuntamiento o de la iglesia, siendo reconstruidos ambos años después del conflicto. La iglesia parroquial de la Purísima Concepción data del principios del siglo XVIII, tratándose de una construcción sencilla que consta de tres naves separadas por arcos de medio punto. En el exterior, destaca su pórtico y especialmente la espadaña situada en la cabecera, la cual nos da una bonita imagen con las montañas en el horizonte.




Así terminamos esta visita a la Sierra del Rincón, la segunda y espero que no la última, ya que aún tenemos que descubrir que nos depara Prádena del Rincón y Horcajuelo de la Sierra. Personalmente, cada día que vengo por esta zona estoy convencido de que la Sierra del Rincón y la adyacente Sierra de Ayllón son de los lugares más bonitos y auténticos del Sistema Central (al menos dentro o cerca de la Comunidad de Madrid). Os animo a venir a descubrirla, no decepcionará.





viernes, 6 de febrero de 2015

Paisajes de la Sierra de Segura.

Pasamos un largo fin de semana en un pueblo situado al norte de Jaén, en plena Sierra de Segura, gracias a la hospitalidad de nuestro buen amigo Carlos Rossi. Con las grandes ventajas que supone ir con un conocedor de la zona pudimos ir a varios lugares, desde la parte situada en Albacete hasta la más cercana a la provincia de Granada.

Cerro de la Torca Honda.

La Sierra de Segura tal vez esté un poco ensombrecida por la reconocidísima Sierra de Cazorla, aunque la primera tenga una extensión mucho mayor y supera en algunos puntos los 2.000 metros  de altura sobre el nivel mar. Además, las sierras de la cordillera Prebética cuentan por múltiples figuras de protección tanto nacionales como comunitarias y globales. Es el caso de la Reserva de la Biosfera de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas, que ocupa el mismo espacio que el Parque Natural más extenso de España (del mismo nombre). También se encuentran los parques naturales Sierra de Castril en Granada, y de Los Calares del Mundo y de la Sima en Albacete. Todo ello sin nombrar las múltiples figuras de la Red Natura 2000 con las que cuenta. Con todo ello, ya vemos que al menos íbamos a disfrutar de la naturaleza y sus paisajes.



Como dije anteriormente, íbamos con un conocedor del lugar, el cual nos fue enseñando diferentes lugares de la Sierra de Segura. Empezamos nuestra visita (en el blog, ya que las excursiones fueron en otro orden) en el punto más septentrional al que llegamos, en Riopar Viejo. En esta parte de Albacete había nevado bastante durante los días previos, por lo que un manto blanco cubría todo el paisaje, desde las tierras de labor y jóvenes olivares hasta las cumbres más altas de la zona, como el Pico de la Sagra, el cerro de la Torca Honda y especialmente el largo Calar del Mundo.

Pico de la Sagra al fondo.

El calar del Mundo posiblemente sea el más conocido de todos los que hay, debido a sus dimensiones y especialmente por contar con uno de los tesoros de la sierra de Segura, el nacimiento del río Mundo y su impresionante cascada. Sin embargo, a ésta no pudimos ir debido a la nieve que cubría caminos y carreteras, y menos mal porque justo en esos días no había prácticamente agua en la misma como pudimos comprobar en las fotografías subidas en internet.
Estos calares son un tanto peculiares, ya que son de gran altura y tamaño, formando unidades más o menos independientes separadas por valles o desfiladeros. Además, las cumbres presentan una forma aplanada, lo cual le otorga una imagen achatada que hace que parezcan de menor altura a la que en realidad tienen. Pero nada más lejos de la realidad, ya que por ejemplo, el cercano calar de La Sima llega a los 1896 metros de altura en el Pico Mentiras.

Calar de La Sima.

A lo largo de la sierra de Segura nos encontramos otros calares o montañas de aspecto similar, como es el caso del cerro Cambrón, el Calar del Navalperal, el calar de Nava del Espino, el calar del Cobo, entre otros, los cuales parecen más o menos anchos en función del lugar desde el que miremos.

Calar del Navalperal.
Calar de Nava del Espino.
Cerro del Cambrón.

En general, la parte más alta de todos estos lugares están coronados por rocas, de forma que se veían completamente blanco. Pero en cuando se baja un poco en altura los pinares ganan protagonismo, formando extensas masas boscosas donde se pueden escuchar y ver numerosos pájaros y pícidos relacionados con los mismos. Estos bosque se han utilizado y cultivado a lo largo de la historia y actualmente son los grandes protagonistas de estas sierras. Gracias a las nevadas caídas en los últimos días nos pudimos trasladar, en nuestra imaginación, a lugares muchos más fríos. Pero no, estábamos entre Andalucía y Castilla-La Mancha, y cómo podéis comprobar, en ambas comunidades no todo son grandes llanuras.



Para visitar un pinar nos trasladamos a una localidad diferente, a Torres de Albánchez. Allí, aunque todavía quedan bosques, van perdiendo poco a poco su terreno debido a los olivares, motor agrícola del lugar. Estos olivares van escalando poco a poco las laderas, incluso a alturas o pendientes inverosímiles para poder trabajar cómodamente en ellos, pero ahí están. Sin embargo, el punto malo de estos olivares de montaña, especialmente en los intensificados, en la elevada erosión que está sufriendo el terreno como pudimos apreciar personalmente.



Olivares, son La Sagra (izquierda) y el Cambrón (derecha).



Aunque seguramente ni pinos ni olivos fueran los árboles más importantes en determinados lugares. Aquí, del bosque mediterráneo original quedan relativamente pocas muestas, aunque sí pudimos observarlo en la sierra periférica occidental, la cual recibe mayor influencia de Sierra Morena. Aunque uno de los bosques más curiosos por latitud es el caducifolio. Este el el caso de Las Acebeas, el cual se encuentran en un valle húmedo en la ladera del Calar del Navalperal, de forma que crecen abedules y acebos, entre otras especies relativamente raras por aquí. Sin embargo, debido a la carreteras en obras y a la nieve que la cubría decidimos que era mejor no acercarnos pese a las ganas.

Encinar con olivar al fondo y la Sierra del Relumbrar.

Siguiendo hacia el sur, la bruma matutina nos acorta el campo de visión durante un breve periodo de tiempo, hasta que la dejamos abajo. Es la niebla que tapa el embalse del Tranco, la masa de agua más importante de todo esta cordillera montañosa.

Sierra de las Cuatro Villas.

Junto a este embalse confluyen las tres sierras que dan nombre al parque natural, la Sierra de Segura al norte y al este, la Sierra de Cazorla al sur y la Sierra de las Cuatro Villas al oeste. La última es la menos conocida de las tres y la más pequeña. Sin embargo, aporta una imagen diferente debido a lo accidentadas que son sus laderas rocosas y con poco arbolado. Además, en ese momento sus cumbres, que no tienen nada que envidiar en altura ya que llegan a los 1830 metros en el Alto de Pedro Miguel, estaban nevadas.



Aunque justo en frente tiene la parte más profunda de la Sierra de Segura, donde nos encontramos con alguno de los picos de mayor altitud del entorno. Tras ir por una carretera con diferentes miradores donde parar, llegamos a uno de los lugares más llamativos, ene l municipio Santiago-Pontones. Subimos a un altiplano salpicado por algunas lomas, cortados y pequeñas cimas, donde los bosques dan paso a un medio totalmente abierto a las inclemencias del tiempo. El estar a 1.500 metros de altitud junto la gran nevada que había caído por allí llama poderosamente nuestra atención. A todo ello sin ir a los cercanos campos de Hernán Perea.


Almorchón.

Llegamos hasta Santiago de la Espada, desde donde se alcanzan a ver algunas de las mayores alturas de todas estar sierras, como la relativamente aislada La Sagra o el calar de Las Palomas. Más al sur se encuentran otros picos que llegan a los 2.000 metros de altura los cuales no llegamos a ver ya que no avanzamos más por esta vez.

Calar de Las Palomas al fondo.

Hasta aquí llegó nuestro viaje desde el punto de vista paisajístico, con grandes pinares, calares coronados por roca y nieve, olivares, llanuras prácticamente desnudas y el embalse de El Tranco. Nos queda por conocer algún que otro pueblo del lugar, alguno muy interesante.



Y como complemento a esta visita, orientada más a conocer pueblos y parajes naturales, algunas de las especies de fauna que tuvimos la suerte de observar y que fueron de gran interés para mí. Iba allí con la esperanza de observar al acentor alpino, con la suerte de que se dejaron ver un par en las ruinas del castillo de Riopar Viejo (muy confiados ellos). También vimos a cinco machos monteses pastando cerca de Segura de la Sierra, ya al anochecer.  Y para rematar, un par de lúganos alimentándose de los primeros brotes en Hornos de Segura. Hubo mucho más, como un juvenil de águila real, gavilanes, piquituertos y herrerillos capuchinos, además de una cierva en la nieve.

Acentor alpino.
Machos monteses.
Lúgano.

Me despido con una montaña que no he nombrado a lo largo de la entrada y de la que sé que nuestro compañero tiene un especial cariño, tal vez por la fotografía que se tiene desde la lejanía de El Yelmo con Segura de la Sierra al lado.

El Yelmo al fondo con el Yelmo Chico al lado.
El Yelmo al anochecer.




lunes, 8 de diciembre de 2014

De otoño por Navarra.

Hace un par de fines de semana tuvimos que hacer un viaje ha Navarra. Por comodidad, la primera noche la pasamos en Pamplona, ya que al día siguiente tenía una obligación. Sin embargo, a partir de esa mañana empezaba la parte de placer de dicho viaje, dirigiéndonos hacia el valle de Baztán para pasar allí la noche y parte del día siguiente.



El recorrido desde Pamplona hasta Elizondo supone un cambio de paisajes bastante marcado, al pasar de la zona Media de Navarra a la zona Atlántica. Las grandes extensiones de bosques, especialmente hayedos, ganaban protagonismo. Estábamos a finales de noviembre, y supuestamente la gama cromática ya debería ser mucho menor, con predominio de los árboles totalmente desnudos. Sin embargo, no era así, habiendo muchos de diferentes tonalidades, desde el amarillento al rojizo.
Para mí aquello era un espectáculo, ya que no había visto tanto "otoño" junto. Como madrileño que soy, no tenemos el privilegio de disfrutar de ellos en nuestras sierras, teniendo melojares, y pequeñas manchas de hayedos (La Pedrosa, de Montejo y la Tejera Negra), castañares (El Tiemblo entre otros), o abedulares (dehesa bonita de Somosierra). Muchos de ellos son bosques relictos que tienen su interés por su rareza más que por su extensión. Así que comprenderéis, yo estaba hasta emocionado.

En este breve viaje, queriendo aprovecharlo al máximo, subimos un tramo corto del puerto de Artesiaga, el cual parte desde Irurita para llegar a la carretera de Eugi. Nos quedamos en la parte más modificada por el hombre, ya que seguramente a mayor altitud el bosque se vuelve más silvestre. 



En cualquier caso, admiramos el entorno rural de este valle, con sus árboles de ribera al fondo del mismo, caseríos y explotaciones de ganado ovino (de la raza productora de leche, Latxa, todas las que vimos de la variedad de cara negra).



Estas ovejas aprovechan los pastos que van subiendo por las laderas de las montañas, pastos que se ven interrumpidos a una altitud mayor por el hayedo. Ya en la cima, queda lo que me pareció matorral y pastos de montaña, seguramente utilizados durante el verano para la alimentación del ganado.



Pese a la mala luz, lo cual nos impedía ver muy bien el paisaje y a las grullas que estaban en paso migratorio, nos paramos un rato a hacer algunas fotografías que os muestro aquí.




Ese mismo fin de semana, abandonando el valle también a través de un puerto precioso con unas vistas impresionantes al norte con Francia y la costa Atlántica. Fuimos a Zugarramurdi, lugar donde la influencia oceánica se deja notar, con temperaturas medias algo más elevadas, e igualmente con muchas precipitaciones. Además, aquí los Pirineos dejan paso a un relieve bastante más llano.
La paleta cromática era más elevada, con árboles todavía de color verdoso mientras que otros estaban amarillentos o anaranjados, e incluso algunos ya sin hojas.




La variedad de cara rubia de la oveja Latxa también está presente en estos pastos, dando un queso muy, muy rico, el cual merece ser probado por los amantes de este productos lácteo.



 Volvemos al valle de Baztán, donde también se veían otras especies como castaños o el roble rojo americano. La última procede de la zona Atlántica de Norteamérica y es utilizada en el norte de España en silvicultura para realizar repoblaciones, además de como especie ornamental. Sus tonalidades del árbol son realmente bonitas, aunque es una pena que entre en competencia con las especies autóctonas de robles.

Hojas de roble rojo americano (Quercus rubra).
  
Recordando una entrada que puse el año pasado, sobre frutos del otoño, este año di con una especie que tenía ganas de volver a ver. Se trata del rusco (Ruscus aculeatus), muy común en el sotobosque de un arroyo en el que estuvimos. Sus bonitas y llamativas bayas de color rojo intenso y de mayor tamaño que otras, se han utilizado como decoración navideña. También, aunque poco, en medicina tradicional como vasoconstrictor y antiinflamatorio, aunque puede llegar a resultar tóxico para niños y mujeres embarazadas.

Rusco.




miércoles, 26 de noviembre de 2014

Sierra del Rincón: Hayedo de Montejo y La Hiruela.

Hacia principios de octubre fuimos a uno de los lugares más conocidos de la Comunidad de Madrid, dentro de una de las sierras más desconocidas e inexploradas por los madrileños en general: la dehesa boyal del Hayedo de Montejo o "El Chaparral". El Hayedo de Montejo, junto a la dehesa boyal de Puebla de la Sierra, es zona núcleo de la Reserva de la Biosfera Sierra del Rincón.



Ambas zonas núcleo están rodeadas por diversas sierras y lomas, gracias a lo cual el impacto humano ha sido algo menos perceptible, aunque no inevitable a lo largo de los siglos. De hecho, como indica el nombre de ambas, se han utilizado tradicionalmente como dehesas boyales por parte de los lugareños, por lo que ambas han sido más o menos acondicionadas para el uso del ganado. Para ello, se eliminabas algunos árboles para que crecieran pastos, dejando los de mayor porte para que dieran sombra.



Sin embargo, este uso sostenible de la finca no fue la que hizo que se protegiera. Años de paso sin control hicieron que se llegara a hecho de restringir el paso a la misma ya que se estaba degradando paulatinamente al no existir un relevo generacional de las hayas. Fue en 1989 cuando el acceso se restringe, excepto para los montejanos los cuales pueden entrar libremente. Para el resto de personas, existen visitas guiadas bajo reserva previa (a través de la página web oficial se dan el 50% de las entradas, mientras que el resto son otorgadas presencialmente en el Centro de Recursos e Información Reserva de la Biosfera Sierra del Rincón).



Gracias a ello, este pequeño bosque relicto situado en el Sistema Central se va regenerando, siendo posible ver hayas de diferentes edades creciendo a la umbría, junto al río Jarama. Así, podemos ver árboles centenarios de gran porte, mientras que otros son más jóvenes (muchos de los cuales han ido creciendo justo desde la restricción del acceso) e incluso pequeños chirpiales de 1 año .





Debido a los chirpiales de las hayas, los cuales están formados por dos hojas y un pequeño tallo, se prohíbe explícitamente el abandono de los caminos. Éstos, al caérseles las hojas y ser cubiertos por el manto de hojas de los otros árboles durante el otoño, corren un gran peligro de ser pisoteados por los visitantes, de forma que se perdería ese ejemplar. Y teniendo en cuenta que no todos los años las hayas tienen hayucos, motivo de más para respetar esta norma tan básica.



Al principio mencioné que la dehesa boyal del Hayedo de Montejo era también conocida como "El Chaparral". Al menos por mi zona, un chaparral está formado por chaparros (Quercus coccifera) o por encinas (Quercus ilex), además de por el matorral acompañante. Aquí, no tenemos ni uno ni otro, si no que es el roble melojo (Quercus pyrenaica) el que recibe el nombre vernáculo de chaparro. Esta especie de árbol es la más importante de la finca, ocupando aproximadamente la mitad de la superficie, por lo que veremos tantos melojos como hayas. Las bellotas de estos árboles eran utilizadas para la alimentación del ganado, mientras que el hombre aprovechaba su madera especialmente para leña y carbón.



Nosotros fuimos al principio del otoño, y aunque el tiempo de por entonces parecía presagiar un otoño frío, lluvioso y temprano, no podíamos estar más lejos de la realidad. Aquello todavía estaba muy verde aunque poco a poco iban perdiendo el lustre de las hojas del verano. Únicamente los cerezos silvestres que crecían junto al río Jarama empezaban a mostrar colores amarillos y ocres.




Otras especies de interés de este bosque son el álamo temblón, el abedul común, el serbal de los cazadores, el mostajo, el manzano silvestre, el tejo (a mayor altitud) y dentro del bosque de hayas y cerca del agua, el bonito acebo.



Os dejo unas últimas fotografías que contrastan mucho con las que realicé hace un año a otro de los hayedos relictos del Sistema Central, el Hayedo de la Pedrosa en Segovia. Sólo nos queda por visitar el hayedo de la Tejera Negra, tal vez de aquí a unos meses.





En las Reservas de la Biosfera como esta de la Sierra del Rincón es tan importante la conservación de la biodiversidad como el desarrollo socioeconómico (sostenible). Por ello, nos acercamos a una de las cinco localidades que forman parte de la misma. Los municipios que integran la Reserva son Horcajuelo de la Sierra, Montejo de la Sierra, Prádena del Rincón, Puebla de la Sierra y La Hiruela. Nosotros fuimos a La Hiruela, que junto a Puebla de la Sierra, son los más reconocidos por su belleza.



La Hiruela se sitúa entre montes, en un intento de protegerse de los rigores del invierno. Su entramado original es bastante sencillo, dos calles que bajan hasta la plaza donde se sitúa la iglesia parroquial de San Miguel Arcángel (siglo XVIII, y actualmente siendo restaurada).




Las casas están construidas en pizarra, lo cual nos podría llevar a pensar en un parecido claro con otros pueblos de esta zona del Sistema Central (pueblos negros de Riaza y pueblos negros de Guadalajara).  En cambio, la tonalidad más clara de la piedra, además de una mayor altura de las casas (generalmente de dos plantas) y los tejados construidos con teja en lugar de pizarra, le da un toque distintivo a La Hiruela en particular y e los pueblos de la Reserva de la Biosfera en general.




En todo caso sí comparten algunos elementos arquitectónicos, además de la pizarra, como los marcos de puertas y ventanas de madera, además de las ventanas (los originales) de pequeño tamaño para protegerse del frío.




Como hemos podido ver en las fotografías, muchas de las casas han sido restauradas, dando un aspecto inmejorable al lugar, ya que conserva los elementos de la arquitectura típica de la zona, sin caer demasiado en un estilo más moderno e incluso excéntrico. 
Además, a las afueras del pueblo se puede ver una rica huerta de hortalizas y especialmente de frutales como el peral o el manzano. Algunas de éstas están enmarcadas dentro de los proyectos que se realizan en esta Reserva de la Biosfera.




El día que estuvimos estuvo lloviendo durante bastante rato, y amenazaba con más lluvia. El brillo del agua embellecía las calles, dándonos más ganas de volver en poco tiempo, tal vez a Puebla de la Sierra y su Dehesa Boyal, o a Horcajuelo de la Sierra.