Mostrando entradas con la etiqueta Soria. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Soria. Mostrar todas las entradas

miércoles, 30 de abril de 2014

Calatañazor.

Calatañazor es uno de esos pequeños pueblos que no puede dejar de ser visitado por toda aquella persona que vaya hasta Soria. Las razones para decir esto son varias, como no podía ser de otra forma: conocer el recinto amurallado de Calatañazor junto a su castillo, lo cual nos lleva hasta Almanzor y la Edad Media, y de ahí, al arte románico que alberga. Y todo ello, se puede resumir perfectamente en un único punto, estamos en un pueblo medieval, con su historia y su arquitectura.



Se asienta en lo alto de un cerro, entre tierras de labor y sabinares, y junto al pequeño cañón que conforma el río Milanos a su paso por esta localidad. Como vemos, la posición no podía ser más defensiva.



La disposición de sus calles es similar a las de otras villas medievales, con dos calles conectadas entre sí por otras y que recorren toda la loma hasta que confluyen en la zona central, en este caso el castillo.
Las casas son bien de adobe y madera o bien de mampostería de piedra. Sin embargo, en ningún momento se pierde la unidad de todo el conjunto, e incluso en algunas casas combinan todos estos materiales.


Además, merecen ser mencionadas sus chimeneas tradicionales, con la primera mitad de ladrillo, siguiendo una de forma cónica hasta ser coronadas por una pieza metálica.



De todo este conjunto hay una zona que me gusta especialmente. Se encuentra en torno a la iglesia parroquial de Santa María del Castillo, la cual mezcla los estilos gótico y románico, aunque es más perceptible el primero.




Lo que más me llama la atención es el cruce de dos calles que conforman una especie de plazoleta, donde la voluminosa iglesia cede protagonismo al conjunto de casas y sus pórticos sostenidos por la madera del lugar.



Siguiendo la calle hacia arriba se llega hasta la verdadera plaza del pueblo, presidida tanto por el ayuntamiento como por los restos del castillo. El castillo data de los siglos XIV o XV, aunque actualmente se encuentra en estado de ruina, quedando el torre de homenaje y una de sus puertas, además de partes de las murallas y de las torres.




Desde allí recomendaría recorrer sus otras calles, dando un tranquilo paso para tener una mejor percepción de la arquitectura civil del lugar, descubrir rincones con encantado (a cada cual el suyo) y tener muy buenas panorámicas desde la murallas.





Pero en algún momento tendremos que salir del recinto amurallado, tanto para tener otro punto de vista de Calatañazor como para descubrir dos de sus pequeñas joyas del románico.
La primera se trata de la ermita de Nuestra Señora de la Soledad, localizada a la entrada. De un primer vistazo se observan diferencias en la construcción del ábide y de la nave, aunque todo el conjunto pertenece al mismo estilo. En la nave sobresale la puerta de entrada con sus tres arquivoltas, una de las cuales presenta decoración vegetal.
Pero sin lugar a dudas, es el ábside el que le da belleza  a esta pequeña construcción religiosa. Los numerosos canecillos con los que cuenta representan tanto cabezas humanas como animales, y como curiosidad, entre dos de estos canecillos se encuentra la figura completa de un músico.



La otra pequeña joya del románico se encuentra actualmente en estado de ruina. Se trata de la ermita de San Juan Bautista, mucho más sencilla que la otra ermita, aunque de nuevo es la portada con sus arquivoltas la que llamará nuestra atención, además de la parte frontal con la espadaña semiderruida.



De las cuatro razones que nos llevarían a visitar este lugar sólo nos queda Almanzor. Se dice que fue aquí donde el caudillo musulmán sufrió una derrota por parte de los cristianos tras la razia que emprendió por tierras rionajas, allá por el año 1002. Fue ese mismo año donde este personaje termina falleciendo, aunque no están claras ni las causas ni el lugar exacto (si de camino a Medinaceli o en la misma ciudad). Como tampoco se sabe si es cierto o leyenda que sufriera una derrota en este pequeño pueblo medieval del que hemos hablado hoy, Calatañazor.





martes, 8 de abril de 2014

Monumento Natural de La Fuentona.




El Monumento Natural de La Fuentona se encuentra muy cerca de Muriel de la Fuente, aunque pertenece al municipio de Cabrejas del Pinar. Pero para llegar hasta allí primero hay que atravesar la Hoz del río Avión (o Abión) entre escarpes de roca caliza sin la cual no entenderíamos este lugar. Roca que ha sido modelada por el propio río con el paso de muchos, muchos años.



La roca desnuda junto a la vegetación presente, mayoritariamente sabina albar y algunos enebros y pinos, dan un aspecto seco al lugar a primera vista, pero no podemos estar equivocados.



El agua es abundante y la gran protagonista en todo nuestro recorrido, desde el aparcamiento hasta la surgencia. Son cristalinas, de tonalidades azules y verdosas, lo cual me recuerda mucho a las del río Carés, allá por Asturias. Y no es para menos, ambos ríos proceden de aguas que se van filtrando por la roca caliza, a la que van disolviendo.



El camino que tendremos que ir siguiendo se sitúa en todo momento junto al río, al cual no perderemos de vista. También hay sabinas y chopos por un lado, laderas pedregosas por otro. Pero no por ello la ruta es complicada ni mucho menos. De hecho, está adaptada para que todo aquel que quiera disfrutar del mágino lugar que nos aguarda pueda ir hasta allí sin ningún problema, incluidas aquellas personas con discapacidad.



Tras atravesar un puente de madera que pasa sobre una pequeña cascada ya quedará muy poco para llegar a nuestro destino.




Y al fin llegamos a la pequeña laguna de aguas transparentes que supone el nacimiento del río Avión. En realidad de trata de una surgencia en forma de embudo de las aguas subterráneas del Acuífero Sierra de Cabrejas.



Merece la pena sentarse tranquilamente para observar la surgencia, sus colores azules que se ven intensificados por la luz del sol, los reflejos de los alrededores, la vegetación que crece en su fondo y va saliendo hacia la superficie, o a los excursionistas  que como nosotros se paran a mirar, a relajarse.
Y por qué no, dejar volar la imaginación pensando qué se puede ocultar en ese sistema subterráneo desde el que emerge, aunque creo que es mejor que esto nos lo cuenten aquellos que hagan espeleobuceo.



Hay que abandonar este luegar de leyenda, ahora siguiendo el curso del río Avión y comprendiendo mucho mejor su origen.



Pero no antes sin pasar por el Chorro de Despeñalagua. En este caso el camino no está acondicionado, y aunque es prácticamente llano puede estar embarrado y hay que cruzar una pequeña zona con piedras.



La chorrera se encuentra entres escarpadas paredes rocosas, las cuales cierran el paso hacia zonas más altas. Para mí este es un lugar tan mágico como la propia Fuentona, aunque diferentes. Y la gran diferencia es el estruendo de las dos colas al caer, lo cual contrasta enormemente con la tranquilidad de las aguas que suben en el caso de La Fuentona.



Y es otro lugar en el que merecer estar un buen rato, aunque desafortunadamente no es tan tranquilo. Desde allí ya toca volver al coche tras disfrutar de una ruta rápida, cortita, pero muy interesante y apta para todos los públicos.




sábado, 22 de marzo de 2014

Fortaleza Califal de Gormaz.

La Fortaleza Califal de Gormaz, declarada Bien de Interés Cultural en 1931, se encuentra enclavada en la actual provincia de Soria, al norte del río Duero y actualmente está en ruinas (aunque bastante bien conservadas). Pero no siempre fue así, hubo un tiempo en el que tuvo una gran importancia estratégica y fue conquistada alternativamente por cristianos y musulmanes a lo largo de los siglos X y XI.



Se encuentra en lo alto de un cerro, en una posición dominante sobre las tierras llanas de alrededor, y gracias a ello, con unas vistas espectaculares de toda la zona, nada mejor para su labor de vigilancia. Esta misma posición permite que sea divisado desde una distancia considerable.




Antes de subir al castillo merece parar en el propio pueblo de Gormaz, el cual se sitúa a los pies del castillo, en el lado sur. Curiosamente, el pueblo fue fundado tras la última conquista por parte de los cristianos, exactamente por Fernando I de León en el años 1059 o 1060 También fue durante esta época cuando ocurrienron los hechos que valieron a Rodrigo Diaz de Vivar, El Cid, su primer destierro de Castilla, cuando reinaba Alfonso VI (hijo de Fernando I).



La causa de este destierro tiene inicio en 1081, cuando Rodrigo Díaz de Vivar repelió una incursión musulmana por tierras de Soria. Posteriormente, en la persecución de los musulmanes se adentró en la Taifa de Toledo y saqueó la zona nororiental de la misma. Sin embargo, esta taifa estaba protegida por Alfonso VI a cambio de un tributo. Esto valió la enemistad del rey con su vasallo y finalmente lo desterró.
Seis años después, en 1087, El Cid y Alfonso VI se reconcilian por motivos que en este entrada no vienen al caso y este último le entrega al primero diversas posesiones, entre ellas el castillo de Gormaz. Rodrigo Diaz de Vivar fue señor del castillo sólo durante un año, ya que en 1088 fue nuevamente desterrado.
Como vemos, un personaje importante de nuestra historia pasó por este castillo, pero no será el único.



Desde Gormaz vamos subiendo a la fortaleza, pero antes nos encontramos con la ermita de San Miguel, declarada Bien de Interés Cultural. Su construcción es contemporánea a la fundación del pueblo de Gormaz, ya que data de finales del siglo XI o principios del XII. Es de estilo románico y tal vez nuestro anterior héroe la viera igual que nosotros (salvo posteriores reformas) o al menos en construcción.



Al fin llegamos a las puertas de la imponente construcción, con sus torres cuadradas y ya vemos la Torre de Homenaje desde el exterior.



Además, nos podemos ir fijando mucho mejor de la posición privilegiada que tiene sobre los campos y pueblos de alrededor, especialmente sobre Gormaz y el río Duero. Además, en días claros se llega a ver la Sierra de Ayllón en el Sistema Central, o las Sierras de la Demanda, de Urbión y el Moncayo en el Sistema Ibérico.



Siguiendo con un poco de historia, sus orígenes se remontan al siglo IX, durante el Califato de Córdoba, cuando se construyó un pequeño castillo. Posteriormente fue conquistado por los cristianos y recuperado por los musulmanes. Es entonces, a mediados del siglo X, cuando el califa omeya de Córdoba, Al-Hakan II, ordena al general Galib su ampliación, cuyos restos han llegado hasta la actualidad.



Desde fuera del recinto ya vemos el gran tamaño que presenta, hasta el punto de ser considerada la mayor fortaleza de la época en Europa. Como ya dijera anteriormente, se asienta en lo alto de un cerro, tiene forma alargada de oeste a este, con una longitud de unos 380 metros y una anchura máxima de 60 metros. Unas murallas tan extensas exigen ser bien defendidas por 28 torres cuadradas. En general, todo ello construido por sillares labrados, en la parte inferior en sillería y en la superior en mapostería.



Al entrar nos damos cuenta de que posee dos partes bien diferenciadas: al este el alcázar como parte más señorial y al oeste la parte destinada a animales y ejércitos.
De esta segunda parte rápidamente nos daremos cuenta de su amplitud, pero no es para menos, debía acoger a los ejércitos que acampaban allí y a los animales que los acompañaban. Actualmente se sigue viendo una alberca excavada sobre la roca que permitía beber a los animales.
En cambio, en este lado se encuentra uno de los elementos más representativos del lugar, Se trata de una doble puerta con arcos de herradura situada en la muralla sur y que llegó a ser la puerta principal de la fortaleza.




Del alcázar lo primero que veremos serán sus dos torres. Al sur, la Torres de Homenaje; al norte, la Torre de Almanzor. La Torres de Homenaje da acceso al interior del Alcázar, aunque debo decir que fue reconstruida posteriormente siguiendo el estilo mudéjar (siglo XIV). En realidad, el alcázar es el lugar más modificado tras la conquista definitiva por los castellanos.



En el interior del alcázar se encuentran los restos de lo que se piensa que es el Palacio Califal y la Sala de Armas.



Se encuentran en el lado norte y entre ambos se sitúa una poterna que nos da salida a ese lado de las murallas, desde donde tendremos unas magníficas vistas del entorno.




Además, nos encontramos con el aljibe y tendremos acceso a la parte alta de las murallas del alcázar, desde donde tendremos unas buenas perspectivas muy buenas del lado meridional de las murallas.

Para el final dejo la Torre de Almanzor, situada justo al lado de la Torres de Homenaje y unidas entre sí.



La he dejado para el final porque falta una parte de la historia de este castillo que me resulta interesante. Como ya he dicho, esta fortaleza fue ampliada por el califa omeya Al-Hakam II, labor que se la ordenó al general Galib en el año 95. Se debió a la presión ejercida por los reinos cristianos (especialmente León y Pamplona) sobre la marca septentrional. El castillo protegería a la plaza más importante del lugar para los musulmanes, Medinaceli, además de controlar una ruta de acceso al norte peninsular y el rio Duero.



A partir de 978, durante la enemistad que se produjo entre el general Galib y su yerno Almanzor (el cual ya contaba con gran poder), el castillo de Gormaz fue fiel a Almanzor, mientras que Galib se encontraba en Medinaceli. El general intentó recuperarlo, aliándose con castellanos y navarros, pero resultó infructuoso.
Tras la muerte de Galib, Almanzor toma Mecinaceli, que junto a la fortaleza califal de Gormaz fueron lugares de importancia para sus campañas contra los reinos cristianos del norte a finales del siglo X y principios del XI.



En fin, nos tenemos que despedir del castillo, el cual merece ser visitado y aprovechar para conocer esa parte de nuestra historia con personajes tan importantes como el cristiano Rodrigo Díaz de Vivar y los musulmanes Galib y Almanzor.