Cuando nos nombran Lerma seguramente a la mayoría nos venga a la cabeza aquel valido y primer ministro del rey Felipe III: Francisco de Sandoval y Rojas, o más conocido como "el Duque de Lerma". Tampoco se nos escapa el enorme poder político y económico que tuvo este personaje histórico en su época.
Gracias a ello, el Duque de Lerma pudo actuar como un verdadero mecenas para su ducado y villa, transformando Lerma en su pequeña corte como podremos observar al visitar la villa.
En lo más alto del pueblo se encuentra la Plaza Mayor, una plaza de grandes dimensiones flanqueada en dos de sus lados por unos pórticos que "sujetan" a sus respectivas fachadas de ladrillo.
Ladrillo que contrasta con los sillares del que es el principal edificio de la villa, el Palacio Ducal. Encargado al arquitecto Francisco de Mora, comenzó a construirse en 1601 y finalizó en 1617, siguiendo el estilo herreriano.
El palacio, de grandes dimesiones, se caracteriza por su sobriedad, por sus numerosas ventanas y balconadas, por el tejado negro debido a la pizarra, y sobre todo por las cuatro torres (y la historia que tienen detrás) con sus chapiteles. Del interior, se puede visitar el patio central, que está rodeado por columnas de medio punto.
Actualmente, el Palacio Ducal ha pasado a formar parte del catálogo de Paradores Nacionales.
Durante la época en la que vivió el Duque de Lerma, tan importante como su palacio, e incluso más, eran las edificaciones religiosas, con todo lo que ello conllevaba. El más cercano al Palacio Ducal (tanto que estaban conectado por un túnel) es el Convento de San Blás, el cual fue ideado para acoger a las Dominicas procedentes de Cifuentes, en La Alcarria de Guadalajara. Actualmente sigue acogiendo a una comunidad de clausura de monjas de esta orden religiosa.
Al igual que el Palacio Ducal, este convento fue ideado por el arquitecto Francisco de Mora.
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Convento de San Blas. |
De esta misma época (primer cuarto del siglo XVIII) datan otros conventos y monaterios adscritos a otras órdenes religiosas: Santa Teresa (que actualmente forma parte del ayuntamiento y tiene la función de parroquia del pueblo), Santo Domingo (de los frailes dominicos), de la Madre de Dios (de las carmelitas), y por último, de La Ascensión de Nuestro Señor (de las clarisas).
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Monasterio de Santa Teresa. |
Junto al monasterio de Santa Teresa y el convento de La Ascensión de Nuestro Señor se encuentra otra plaza, de menores dismensiones, pero con mucho más encanto. La Plaza de Santa Clara, que se abre al norte gracias al Mirador de los Arcos, desde donde podemos salir al recinto amurallado.
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Convento de Las Ascensión de Nuestro Señor. |
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Mirador de los Arcos. |
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Murallas. |
Para terminar el Lerma herreriano (y ducal), la antigua colegiata de San Pedro posiblemente sea el edificio eclesiástico más importante de la villa, tanto por sus dimensiones como por lo que supuso en la época.
Aunque el Lerma históricamente más importante y monumental es aquel que nos ha legado el Duque, no hay que olvidar que tuvo un pasado mucho anterior. De este pasado quedan algunas casas medievales, pero sobre todo, el puente medieval y el Arco de la Cárcel.
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Hacia la Lerma medieval. |
En fin, recomiendo a todo aquel que viaje por la Nacional 1 que realice una parada para visitar esta villa monumental, ya que realmente lo merece. Y si hay hambre, por qué no, comer en alguno de sus restaurantes o asadores.