martes, 11 de marzo de 2014

Barrancas de Castrejón y Calaña.

La semana pasada hicimos una excursión que teníamos planeada desde hace tiempo, pero en esta ocasión con el compañero Carlos Rossi (aunque sólo se puedo quedar hasta el medio día). Queríamos ver las Barrancas de Castrejón y Calaña, también conocidas como de Burujón, en Toledo.



Sin embargo, primero hicimos una parada por la ZEPA "Área esteparia de la margen derecha del río Guadarrama" en las inmediaciones de Torrijos. En poco más de una hora pudimos ver diversas avutardas, un pequeño bando de sisones, gangas ibéricas y ortegas, chorlitos dorados europeos, avefrías, perdices rojas, calandrias, entre otras. Prácticamente la mayoría de las consideradas especies esteparias se encuentran en este medio natural, a la vez tan parecido y diferente por el que yo me suelo mover.



La transición entre el área que ocupa la ZEPA y las Barrancas de Castrejón y Calaña es bastante importante desde el punto de vista agrícola, ya que se pasa de las llanuras cerealistas a los olivares. Y tanto en olivares como en los márgenes de los caminos la primavera se adelantaba con las primeras flores, entre ellas las del almendro.





Sin lugar a daudas lo que más sorprende al llegar al Monumento Natural de las Barrancas de Castrejón y Calaña son las propias barrancas con el embalse situado a sus pies. Además, el embalse da ese elemento agua a un paisaje que por lo demás nos parecería árido.



Curiosamente no se podría entender el lugar sin el agua, ya que ésta ha sido la que le ha dado forma. Primero se formó un escarpe en el material sedimentario gracias a las aguas del río Tajo. Posteriormente, por acción del agua de lluvia y del viento se ha ido erosionando el terreno al ser arrastrados los materiales más blandos, quedando una serie de surcos y de bordes.



A este conjunto normalmente lo conocemos como cárcavas, pero en este caso reciben el nombre específico de Barrancas, formadas por profundas gargantas a lo largo de tres kilómetros y llegando al centenar de metros de altura desde el nivel del agua en el embalse. Entre sus puntos más altos sobresale, más por su forma que por su altura, el Pico del Cambrón.



El color rojizo o anarajnado de la tierra desnuda contrasta con el verde del matorral, el blanco de los almendros en flor que crecen en el fondo de las gargantas, y el color azul de las tranquilas aguas del embalse.



Además, el tipo de ecosistemas en el que nos encontramos es curioso por la vida que presenta, vegetación riparia por un lado y matorral por otro.También se encuentran especies de aves tan diferentes como ardeidas criando en los carrizos o diferentes especies de rapaces diurnas y nocturnas criando en las cárcavas.



Y ya que nos encontramos a bastante altura no está de más mirar hacia el horizonte para poder ver el Pico Noez, los Montes de Toledo y las extensiones de bosque mediterráneo de la zona.







6 comentarios:

  1. Hay que ver cuánto me perdí!!.
    Me encantan las fotos, ese cielo entrenublado rompe la monotonía del azul y hace las fotos mas espectaculares, ideal para usar un polarizador...
    Ya habrá otra ocasión.

    Un abrazo!!

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    1. Para otra te vienes o te llevamos a rastras, tú decides.
      Me alegro que te gusten las fotografías, aunque ya sabes que yo no son tan técnico. Creo que con el polarizador también hubiera quedado muy bien el agua.

      Un saludo.

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  2. Fue un descubrimiento espectacular, con unos paisajes para quitar el hipo y un plantel ornitológico muy interesante y atractivo. Sin duda fue un plato fuerte.

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    1. Mereció la pena ir al lugar sólo por el paisaje, desde luego. Además, con las especies esteparias que vimos previamente...sólo nos faltó alguna de las rapaces rupícolas.

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  3. Todo un acierto las barrancas, es un sitio espectacular. Estaré encantada de volver je, je.
    (Preciosa la composición de la primera foto con el almendro)

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    1. Habrá que volver al atarceder, cuando los naranjas serás más naranjas (y los búhos salgan).
      Me alegro de que te guste la primera fotografía, je, je.

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