sábado, 11 de enero de 2014

La Pedriza.

A finales del pasado mes de noviembre fuimos al que sería nuestro último bosque en otoño. Aunque desde el principio sabía que no sería el más espectacular por aquella época, nos decantamos finalmente por él, en parte por su cercanía. Sin embargo, fuimos justo después de un temopral de nieve que atravesó la Península Ibérica por aquellas fechas y casi no quedaban árboles con hojas en la ribera del río Manzanares, estaban prácticamente tan desnudos como en pleno invierno.


Pero ya que estábamos allí decidimos dar un paseo por el sendero que lleva hasta el refugio de Giner de los Rios. Posiblemente se trata de unos de los recorridos más conocidos por los madrileños al igual que La Pedriza es uno de los enclaves más visitados de la Sierra de Guadarrama los fines de semana y en verano cuando la gente va a bañarse al río (actividad que no compardo que se realice en una zona protegida como es el Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares, y espero que ahora que forma parte del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama se tomen las medidas oportunas en el asunto).
En cambio nosotros nos acercamos un día entre semana, por la tarde, disfrutando del lugar con muy pocos excursionistas, lo cual se agradece para ir por el estrecho sendero.

Ya desde el aparcamiento sobresale, por encima de cualqueir otra cosa, los granitos que toman diferentes formas debido a la erosión y a las fracturas que sufren por los cambios de temperatura, formas que hacen que se active la imaginación popular y se les de diferentes nombres a los collados.



Aunque en las partes más altas, a las que no llegamos, casi no existe vegetación la cosa cambia en la parte más baja de las laderas y en el fondo de los valles. Durante todo el recorrido destaca el pinar formado por diferentes especies, algunas naturales de allí y otras plantadas a mediados del siglo XX, e incluso también hay numerosos cipreses que aparecen por allí.



Sin embargo, las partes más bajas deberían ser dominadas más bien por el encinar, el cual se ve en la orilla contraria del río. Además, se observan matorrales típicos del bosque mediterráneo, en especial la jara pringosa y la jara de montaña en menor medida.



Pero tanto entre tanto verde oscuro de los perennes pinos y encinas se veía algo de colorido, manchas de colro anaranjado dispersas entre sí.


El primero que vimos estaba lejano, aunque ya nos parcía un arce de Montpellier. Más cerca vimos las particulares hojas de estos arbolitos, hojas trilobuladas y pequeñas que iban desde tonos verdes y amarillentos a anaranjados y rojizos. Al menos esta especie todavía mantenía la hoja a finales de noviembre.



Al fin llegamos al refugio de Giner de los Ríos, el cual se encuentra en un claro entre tanto pinar, en el que crece mejor la vegetación de menor porte. Además, permite una mejor observación de las grandes masas de granito entre el bosque.




Sin embargo, se estaba nublando cada vez más y amenazaba lluvia. Tocaba bajar al aparcamiento, donde nos paramos a ver las primeras muestras del invierno que se avecinaba, con las cumbres de la Cuerda Larga bastante nevadas.




6 comentarios:

  1. Fue una buena salida, y encima muy tranquilita. Te han quedado unas fotos muy guapas, me gustó mucho la de los granitos iluminados por el sol :)

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    1. Un buen paseo cerca de "casa". Gracias, aunque como bien sabes no era el mejor día para hacer fotografías.

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  2. Muy bonitas las fotos y muy clara la explicación.
    T. H.

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    1. Muchas gracias por su comentario. Se intenta hacer lo mejor posible.

      Un saludo y bienvenido/a al blog.

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  3. Parecido y distinto a la vez a lo que pateo en mi tierra. Entre semana daría más sensación de perderse en la naturaleza, porque se ve que debió ser un pasote.

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    1. Bueno, fue un buen paseo. Seguramente en el mismo lugar haya mejores rutas, pero para ir de primeras sin mucho tiempo es lo mejor.
      Ya llegará el día en el que tú vayas por allí, te gustará.

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