En una corta pero intensa excursión a finales del verano, fuimos por una de las zonas más bonitas de todo el Sistema Central, por sus entornos naturales y sus pueblos. De entre todos ellos hay uno que personalmente (pese a mi corta experiencia viajera) me parece no de los más bellos y pintorescos del país: Candelario.
Se trata de un pequeño pueblo serrano, situado en una de las laderas de la Sierra de Candelario, el cual sufre de un clima generalmente frío, donde frecuentemente nieva y además tienen días de vientos fríos y secos (salvo si llegan desde la Cuerda del Calvitero, ya que entonces son más húmedos). Así, nos encontramos antes un pueblo preparado para los rigores del invierno.
Todo ello es de vital importancia para el desarrollo de una de las producciones más importantes que ha tenido lugar en Candelario y por la que tan famosa ha sido, el de la chacinería. Se ha tratado de un sector familiar dentro del pueblo, el cual empezó para el propio consumo pero que finalmente se exportó a otras ciudades de la península.
Fue importante especialmente en el siglo XIX, ya que a principios del siglo XX empezó su decadencia. Por suerte, nos han llegado muchas de las casas que se utilizaban para todo el proceso de elaboración. Estas viviendas estaban especialmente diseñadas para el secado de los productos cárnicos. Para ello, utilizaban pequeñas ventanas situadas en el piso superior, las cuales estaban dispuestas a diferentes alturas de forma que al abrirlas o cerrarlas se generaran corrientes con el aire frío y seco típico de esta zona. A su vez, el humo de las cocinas se hacía subir hasta el secadero, actuando igualmente sobre los embutidos. Desde la matanza de los animales, el proceso de secado se prolongaba durante aproximadamente un año y medio, obteniéndose productos de alta calidad.
Vivienda típica de Candelario. |
En estas construcciones, la segunda planta era utilizada como vivienda, mientras que la primera (la más baja) era utilizada para el proceso de fabricación, es decir, el picado, la mezcla y el embutido de los producto chacineros.
Salimos al exterior de las mismas, para lo cual primero cruzamos su puerta y posteriormente lo que en la localidad se conoce como batipuerta. En realidad se trata de uno de los elementos identificativos del lugar. Sobre la utilidad de las mismas, en la actualidad se manejan tres opciones, aunque seguramente servirían para todas ellas. Su peculiar diseño, a una altura media, permitiría abrir la puerta principal para conseguir una correcta aireación de la casa y a su vez impedir el paso de los animales a la misma.
Batipuerta. |
También podría servir para que el matarife se situara en el interior mientras ataban al animal a sacrificar en el exterior, como sistema de seguridad durante el proceso. El último posible uso sería a modo de protección contra las inclemencias del tiempo, especialmente nieves y lluvias torrenciales.
Nieve y lluvias que nos llevan a los últimos elementos de importancia en Candelario. En primer lugar las regaderas que conducen las aguas de lluvia y deshielo a lo largo de sus calles principales, aguas cristalinas que seguramente tomarán un tono rojizo a partir de octubre por motivos que a estas alturas de la entrada ya imaginaremos. Cuando estuvimos nosotros, en pleno verano, bajaba poca agua, pero bajaba.
Regadera. |
Además, son numerosas las fuentes que a día de hoy todavía nos encontramos por cada uno de los recovecos de Candelario, cada una de las cuales con su nombre y con su historia.
Entre fuentes y regaderas, el rumor del agua bajando nos acompaña durante nuestra visita, mientras admiramos las casas con sus balcones corridos, dinteles de granitos al igual que la sillería que se deja ver en las esquinas, el encalado de las fachadas, las tejas que cubren los flancos de algunas.
Como hemos ido viendo, se trata de un pueblo serrano de origen pastoril y ganadero, en el cual se preparaban (y preparan) muy buenos productos chacineros, especialmente chorizos. En Candelario no existen grandes casas solariegas ni impresionantes monumentos eclesiásticos. Su belleza la encontramos en sus propias calles, en su sencillez y adaptación al medio en el que se encuentra.
Aquí, los tres edificios que sobresalen son el ayuntamiento, edificio del siglo XIX. Cerca, en una preciosa plaza para mi gusto, se sitúa la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción.
Esta iglesia se empezó a construir en el siglo XIV, época de la que nos ha llegado el gran rosetón que corona la fachada. Sin embargo, tanto nave como torre del campanario han sufrido daños a lo largo de su historia, teniendo que reconstruirse ambas en una ocasión (la nave en el siglo XVIII y la torre a principios del siglo XX).
Sin embargo, el más propio para este pueblo serrano y el que le otorga una apariencia más bucólica, es la ermita del Santísimo Cristo del Refugio, también conocida como del Humilladero (siglo XVIII). Se sitúa en la parte más baja, allá donde confluyen las calles más importantes. Pequeña construcción, siguiendo los patrones de la arquitectura serrana de Candelario, con un pequeño porche y que incluso está rematada con tejas en la parte frontal bajo la espadaña.
Aquí terminamos la breve visita a Candelario, lugar que todo viajero debería conocer al menos una vez en su vida.
Bonito reportaje de un bonito pueblo que tengo ya muy visto y fotografiado, le tengo al lado...
ResponderEliminarSaludos.
Muchas gracias. Espero que un pueblo tan bonito como este no canse de verlo pese a lo muy visitado que se tenga, y desde luego debe de ser un privilegio tenerlo tan cerquita. La zona en sí es muy bonita también.
EliminarUn saludo y bienvenido al blog.
Hola Ismael, casualmente hace un par de semanas Ana y yo, nos dimos un tranquilo paseo por sus empinadas calles y disfrutamos de los impresionantes caserones que lo componen y su precioso entorno.
ResponderEliminarPero lo más sorprendente, fue saber que Candelario fue fundado por un grupo de pastores asturianos.
Un abrazo desde Asturias
Por cierto Ismael, se me pasó darte las gracias por la excelente entrada y la magnífica descripción de éste precioso pueblo.
ResponderEliminarGracias
Pues sí que es casualidad. Para unos buenos caminantes como vosotros el paseo por las calles empedradas y empinadas de Candelario sería una nimiedad.
EliminarEs un muy buen apuntes lo que comentas sobre los pastores asturianos. También conozco la historia sobre la fundación de este pueblo, pero consideraba que el texto ya era bastante largo de por sí como para incluirlo. La influencia asturiano-leonesa de esa zona e incluso un poco más hacia el sur es bastante curiosa, e incluso el extremeño tiene rasgos similares al asturiano.
En cualquier caso, me alegro de que te haya gustado esta entrada y la descripción que hago sobre el pueblo. Muchas gracias.
Desde luego, debemos volver.
Un saludo.
Candelario me sorprendió muy gratamente, y de hecho está ya en mi lista de favoritos. Te ha quedado una buena entrada, sólo le falta una foto final de una buena pieza de embutido típica, para animar a los más comilones a visitar esta bonita localidad ;)
ResponderEliminarMe tendrás que enseñar esa lista de favoritos que tienes, je, je. Ya, unos buenos chorizos culares al final de la entrada, para que a la gente le entre hambre y ganas de ir.
EliminarAl ver las batipuertas pensé de primeras en la función meteorológica, y ya veo que se nota la rasca que debe hacer allí.
ResponderEliminarMe ha encantado este pueblo, ¡me uno a la sugerencia de arriba de haber hecho una foto a un ejemplo de buena chacinería!
Y lo que también pensé yo al verlas. En todo caso, en invierno debe de ser un lugar frío.
EliminarA este pueblo debes ir, a disfrutar de la visita y tal vez de la comida.