A finales del invierno, como cada año, llegan las cigüeñas blancas, fieles a su nido de la iglesia de Alalpardo. Y fue llegar y ponerse clueca la hembra. Este año tendríamos espectáculo.
Fueron días y más días sin cambios aparentes. Pero algo muy importante estaba ocurriendo en el nido. Hasta que un día la hembra se levantó, tal vez ya hubieran eclosionado los nuevos pollos, o tal vez no y la hembra había abandonado la puesta a su suerte.
Tuvieron que pasar diez interminables hasta que se dejó ver, ahí estaba la primera cabeza con pico negro, el primer pollo de cigüeña de este año.
Y seguidamente, imitando a su hermano, apareció una segunda cabeza...
...y una tercera.
Aquí están las tres pequeñas cigüeñas junto a su madre, ya bastante crecidas, mirando hacia donde me encontraba. Querían posar y salir guapas por una vez en una de las fotos, qué se va a hacer.
Esos días no podía hacerles mucho caso por los estudios. Pero una mañana no dejaban de crotorar. El motivo, dos extrañas por estas tierras, pero dos de su misma especie a las que no querían ni ver. Y ante esto, tanto la madre como el padre (que se pasa el día fuera de casa en busca de alimento), se cerraron en torno a sus tres pequeñuelos.
Días más tranquilos llegaron y la madre más confiada empezó a salir del nido hasta que un día...
...los abandonó por completo. Pero los juveniles no parecían muy procupados y nada nerviosos, e incluso se dedicaban a ejercitar sus largas alas.
Eso sí, como buena madre que es, en los momentos y días más calurosos hacía de sombrilla para protegerlos de la radiante luz del sol.
Al anochecer de ese mismo día me esperaba una gratísima sorpresa. Una, dos, tres y...cuatro cabezas de pico negro asomaban en el nido. Era la primera vez que se dejaban ver cuatro pollos a la vez, para mi alegría eran cuatro pollos los que tendría esta nueva generación.
Y con esto termina este capítulo, no sin antes mostrar otro compañero del mundo ornitológico. Pasó justo encima de mi casa a no mucha altura, pero el nerviosismo del momento y la luz no me han permitido sacarlo mejor. Y lo pongo porque el crotoreo alarmante de las cigüeñas ha sido una particular alarma que me ha ayudado a observar a otras grandes aves, como los buitres negros o los leonados, además de otras rapaces más comunes.
En fin, este es el inicio de esta crónica. Las fotografías las podría haber hecho mucho mejor acercándome a la iglesia. Pero lo que trato en este caso es mostrar cómo observo el desarrollo de esta familia desde la propia ventana de mi habitación.
Ahora cuando salgas a la calle ten más cuidado, sobre todo cuando los pollos empiecen a volar.. a ver si alguno te va a hacer un regalito :P
ResponderEliminarCoñas aparte, muy guapa la entrada.. qué suerte poder hacer un seguimiento así desde casa
Iré con paraguas, qué se va hacer.
EliminarSí que es una suerte, aun siendo una especie tan común por aquí. Ya podría ser un halcón o similar.
Y encima habrá segunda parte.
ResponderEliminarBuen trabajo diario.
Pues en principio sí habrá una segunda parte si veo que la entrada tiene cierto éxito, je, je.
ResponderEliminar¡La pones y punto!
EliminarEnhorabuena por esta graaaan entrada! Me encanta cómo describes la historia y es genial que lo observes desde tu habitación! :) :)
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