Durante los últimos meses han ido apareciendo diferentes lugares de la provincia de Segovia en este blog: hayedo de la Pedrosa en Riofrío de Riaza, Sotosalbos, Turégano y Pedraza. Parecía que íbamos a terminar de momento con Segovia, pero un día cualquiera del invierno nos dio por organizar una excursión a Riaza, exactamente a los Pueblos rojos y negros. En fin, otra vez destino Segovia, espero que os guste y que no os canséis de esta provincia que tanto nos puede mostrar y tan variado.
Esta primera entrada la voy a dedicar a los tres pueblos negros que existen en la vertiente norte de la Sierra de Ayllón (Sistema Central), más desconocidos que los pueblos negros de la vertiente sur (en Guadalajara). Estos pueblos negros serán menos famosos, pero no por ello dejan de ser bellos, auténticos, realmente rurales. E incluso este desconocimiento general hace que las visitas a lo smismos sean todavía más placenteras y nos llevarán a épocas anteriores bien cerca de Madrid.
Rincón de El Muyo. |
Los tres pueblos negros de la zona son Becerril, Serracín y El Muyo, y que sean conocidos así se lo deben al material principal utilizado en la construcción de sus casas: la pizarra. Sin embargo, tampoco es raro encontrar materiales utilizados en los pueblos rojos (a los cuales les dedicaré una entrada diferente).
Además, estas tres aldeas se encuentran a mayor altitud, de forma que son algo más fríos que los pueblos rojos que se encuentran abajo. Fuimos el día que había caído una ligera nevada, de forma que el blanco de la nieve contrastaba con el negro de la pizarra
Becerril. |
El primero al que fuimos fue Becerril, en cuya entrada se encuentra la ermita de los Santos Mártires San Fabrián y San Sebastían. Y no es lo que esperaríamos ver de primeras en un pueblo negro, ya que los sillares rojos y la fachada encalada únicamente dejaban que la pizarra ocupara el tejado. Sin embargo, no por ello desmerece ni mucho menos su construcción.
Ermita de los Santos Mártires San Fabrián y San Sebastían. |
Justo al lado existe un pequeño campo desde el que tendremos unas buenas panorámicas del pueblo con la sierra al fondo, nevada si vamos en invierno. Al norte se encuentran las tierras de Riaza y Ayllón.
Desde allí nos adentramos en la pequeña pedanía, con sus casas de pizarra, aunque también hay algunas de fachada más moderna o que incluso han adquirido la arquitectura de los pueblos rojos.
Merece, y mucho, pasear por su calles, muchas de ellas sin asfaltar, sin adoquinar o sin empedrar, simplemente es el propio suelo del lugar, al fin y al cabo, estamos en un pueblo serrano que se levanta sobre pizarra.
Pero guarda un pequeño tesoro, de esos que a mí me gustan mucho. Se trata de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción con su ábside semicircular y los canecillos bajo los aleros. Sin duda, es de origen románico (pero con modificaciones según trancurrían los siglos), construida por y para el pueblo y sin muchos detalles. Es sobria pero bonita. La pena del conjunto es tener dos casas justo en frente, por lo que la mejor forma de admirarla es por atrás.
Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. |
El siguiente pueblo negro es Serracín, posiblemente el más pequeño de los tres y en el que menos habitantes hay. Conserva varias casas en pie, algunas restauradas recientemente.
Pero el paso del tiempo hace mella sobre aquellas que están abondonadas. Empieza a derruirse poco a poco, primero parte del tejado, pero posteriormente termina cediendo todo ocupando el espacio del hogar.
Al final, queda una amalgama de piedra y madera en el lugar que un día fue la vivienda de una familia.
Tristemente este mismo abandono también ha llegado a la iglesia de San Pedro, quedando poco más que la espadaña.
Y aunque Serracín se encuentra semi-abandonado es una gozada y a la vez una desdicha ver de primera mano lo que llegó a ser no hace mucho y cuyos restos han perdurardo hasta nuestros días, ver el proceso de deshumanización de estos pueblo. Tal vez en un futuro, cuando volvamos a mirar al campo se vuelvan a recuperar. O tal vez permanezcan en el olvido.
El último de los pueblos negros que nos queda es El Muyo, sin duda el que mejor conserva la arquitectura tradicional de la zona. Casas contruidas prácticamente en su totalidad con pizarra, pequeñas ventanas formadas con cuatro maderas a sus lados , tejados de pizarra en los cuales se abren pequeñas ventanas triangulares y chimeneas formadas por láminas de pizarra dispuestas en horizontal.
Nosotros llegamos cuando ya era tarde, la nieve que quedaba se estaba fundiendo. Repiqueteaban continuamente las pequeñas gotas al caer al suelo, directamente sobre la piedra húmeda.
Todo ello sabiéndonos alejados de los otros pueblos y aldeas, viendo las cumbres y laderas todavía nevadas.
Echamos un último vistazo a la Sierra de Ayllón, hacia el sur, donde sabemos que se encuentran los otros pueblos negros, los de Guadalajara, con la idea de ir por allí en no mucho tiempo.
Es hora de marcharse como muchos otros ya lo han hecho en otras ocasiones. Para aquellos que permanecen, agradecerles que mantengan estos pueblos de la mejor manera posible, siempre conservando su espíritu, lejos, muy lejos de otros que se encontraban en la misma situación pero que decidieron transformarse en parques temáticos perdiendo parte de ese encanto que tenían.