Daimiel, Daimiel...lugar al que tanto nos gusta ir. Tanto que ya van unas cuantas excuriones por allí en aproximadamente 2 años, y no nos cansaremos de seguir acercándonos por allí. Una especie nueva, otra que habíamos visto antes pero que resulta más frecuente, un lugar nuevo, el paisaje cambiante, o cualquier otro detalle que hace que cada visita se diferente siempre animará a que volvamos.
En esta ocasión nos acercábamos en pleno verano, el 27 de agosto específicamente, solos Carlos y yo. Buscamos el que sería el día perfecto por entonces: bajada de las temperaturas en un día entre semana a finales de agosto, para intentar ver al menos el inicio del paso migratorio junto al menor número de visitantes posible. Además, yo buscaba otro de esos cambios en el paisaje, ya que sabía que la vegetación palustre se encontraría totalmente verde y muy posiblemente el nivel hídrico siguiera alto, como así fue.
Al llegar veía a mi compañero parado junto al puente del molino de Molemocho. Me estaba esperando, ya que había detectado a unos martinetes por allí, aunque sólo pude disfrutar de un juvenil moviéndose entre los tarays.Sin embargo, fue todo un adelanto para lo que se nos avecinaría posteriormente con las ardeidas, prácticamente durante todo el día.
También por esa misma zona vimos familias de somormujo lavanco, algún zampullín chico y fumareles cariblancos volando.
Ya en el propio Parque Nacional nos dirigimos primero a las pasarelas de madera hasta la Isla el Pan para posteriormente hacer parte del itinerario de la Torre de Prado Ancho. Sinceramente, se notaba la poca o nula presencia de personas: numerosas garcetas comunes, fochas comunes a decenas, algunas gallinetas comunes y numerosos patos colorados (en fase de eclipse) ocupaban toda la lámina de agua, incluso cerca de las propias pasarelas.
Hembra de pato colorado. |
Pato colorado (hembra o juvenil). |
Pato colorado (hembra o juvenil). |
Además, se dejaba ver algún cuchara europeo y el primer porrón pardo que veíamos en libertad en el P.N.
Porrón pardo. |
Además, el canto de los pajarillos nos acompañaba en todo el recorrido: jilguero, verderón común, familias de buitrones, algún colirrojo tizón, tarabilla común, carbonero común, un gorrión molinero, alcaudón común, los ruiseñores bastardos y muchísimos carriceros comunes, estaban por todos los lados.
Carricero común. |
A lo largo del día también vimos a otros pajarillos en paso migratorio como papamoscas gris, papamoscas cerrojillo y mosquitero musical.
Papamoscas cerrojillo. |
Papamoscas gris. |
Creo que merece ser destacada la presencia de algunos abejarucos europeos, una abubilla, el pito real, los siempre presentes aguiluchos laguneros, además de un juvenil de aguilucho cenizo sobre las charcas. También un pequeño grupo de avefrías, una cigüeña blanca, cormoranes grandes en vuelo o posados en su dormidero, gaviotas reidoras y sombrías. Y de nuevo, en un periodo en el que no esperaría encontrarlos, un par de grupos de ansares comunes.
Y bastantes aredidas, como las garcetas comunes que ya mencioné, algunas garzas reales posadas o en vuelo, y sorprendentemente para mí, un gran número de garzas imperiales, una garceta grande que se encontraba pescado y dos avetorillos que estaban reclamando (y uno dejándose ver).
Garceta grande. |
Pero nosotros también teníamos pensado ver algo más de movimiento de limícolas (sabiendo que el grueso de ellas todavía no habría llegado), y salvo las estivales cigüeñuelas comunes y los andarríos chicos no vimos más por allí.
Para ello nos desplazamos, después de comer, a unas lagunas cercanas, donde pensaba que las posibilidades de verlas serían mayores. Y así fue, aunque con poca cantidad de individuos. Además del andarríos chico se encontraban el andarríos grande y el andarríos bastardo, una pareja de combatientes (se diferencian muy bien por el tamaño), chorlitejos chicos, archibebes claros y archibebes comunes, y además eran muy numerosas las cigüeñuelas (juveniles y adultas).
Cigüeñuela común juvenil. |
Pero no sólo se encontraban las limícolas. Entre las zancudas también se encontraban los flamencos, aunque en esta ocasión eran menos y había muchos juveniles.
Flamenco común juvenil. |
Personalmente iba con ganas de ver moritos, y así fue. Vimos a varios individuos, incluido un juvenil acompañado por uno de sus progenitores.
Moritos adulto (izquierda) y juvenil (derecha). Cigüeñuela (abajo). |
Y no nos podemos olvidar de las anátidas, como los tarros blancos (que por alguna causa en un principio los confundí en vuelo con avocetas, tal vez el diseño alar), los ánades azulones, el porrón europeo, la cerceta común, y sobre todo, las malvasías cabeciblancas, curiosamente las más numerosas.
Había algún macho con su llamativo pico azul pálida, pero no eran los más numerosos. Eran superados por hembras y juveniles, e imagino que también habría algún macho en fase de eclipse. Junto a estos grupos de malvasías cabeciblancas no era raro ver a algún zampullín cuellinegro.
Malvasía cabeciblanca. |
Allí también es común una de esas aves tan llamativas, de color azul y pico rojo, el calamón común. Aunque en esta ocasión sólo vimos un ejemplar medio escondido entre la vegetación palustre.
Calamón común. |
Tampoco faltaron los pajarillos por esta zona, como por ejemplo mi primera golondrina dáurica (acompañada de golondrinas comunes, aviones comúnes, aviones zapadores y algún vencejo común). Además, los carriceros comunes estaban por todos los lados de nuevo, nos pareció escuchar a un carricero tordal y vimos a la curruca mosquitera.
Carricero común. |
Y al igual que por la mañana, por la tarde las ardeidas no dejaron de acompañarnos. Primero fueron los martinetes con un cercano juvenil, mientras que un adulto se encontraba pescando algo más lejos.
Martinete. |
También se veían garzas reales e imperiales en vuelo, y vimos a un pequeño bando de garcillas bueyeras posadas.
Garcillas bueyeras. También se ve porrón europeo, cerceta común, fumarel cariblanco, entre otros. |
Pero fue otra garcilla, la cangrejera, la que más nos animó la tarde. Se encontraban rodeando toda la laguna, salían volando desde el carrizo y se posaban de nuevo, bien ocultas o bien en la orilla o en los árboles secos.
Garcilla cangrejera. |
Sorprendimos a dos de estas garcillas cangrejeras posadas en un árbol seco. En realidad pensábamos que eran tres, pero una resultaba un poco diferente y además era bastante confiada. Y tanto que era algo diferente, ya que se trataba de un avetorillo ni más ni menos, totalmente al descubierto, el cual nos permitió observarlo y fotografiarlo a placer.
Avetorrillo común. |
Otras aves observadas fueron ánade friso y cerceta pardilla en la laguna de aclimatación, cernícalo vulgar, y las ya mucho más comunes paloma bravía y paloma torcaza, tórtola turca, mirlo común, estronino negro, urraca y gorrión común, lo cual nos permite completar lo que fue un día muy completo en pleno verano.