El verano pasado visitamos el Jardín Botánico Atlántico de Gijón, visita de la que ya hice una pequeña entrada describiendo el que para mí, es uno de los mejores lugares de Gijón, tanto para el turista como para el residente en la ciudad.
Por motivos personales nuestro paseo por las colecciones "Entorno Cantábrico" y "La Factoría Vegetal) fueron demasiado fugaces, y además, por motivos tecnológicos no pude hacer fotografías de las mismas.
Debido a todo ello, este verano decidí volver con la intención de visitar todo el jardín, pero sobre todo, para ver más tranquilamente tanto el Entorno Cantábrico como La Factoría Vegetal.
Empecé el recorrido en la "nueva" Ampliación del Entorno Cantábrico, la cual se encuentra junto a la entrada del Jardín Botánico Atlántico. En este espacio se reunen las especies no forestales de la Cornisa Cantábrica. Dado que en esta zona de la Península Ibérica se llega a pasar desde una cota máxima de 2650 metros hasta el nivel del mar se puede observar desde la vegetación de alta montaña hasta aquella que crece en las dunas de las playas o en los acantilados costeros.
Se diferencian ocho zonas dentro de esta ampliación: vegetación de alta montaña, helechos cantábricos, charcas y lagunas, tuberas y tremedales, marismas, acantilados, arenales costeros, y plantas endémicas, raras y amenzadas. Personalmente, lo que me pareció más interesante fue la zona de arenales costeros, donde se explica detalladamente la formación y las zonas de las que se consta una playa o una duna.
Tal vez esta ampliación no resulte la más atractiva para el visitamente, pero es igualmente interesante y espero que ayude a concienciar a muchos de ellos sobre la importancia de conservar estos ecosistemas, los cuales llegan a soportar una gran presión humana.
Continuando en el Entorno Cantábrico, ya en zona forestal, pude observar los diferentes tipos de bosques que crecen en la Cornisa Cantábrica. No está de más introducirse por alguno de los senderos, dejarse llevar, y por qué no, sentarse en algún banco para escuchar el sonido de la naturaleza en plena ciudad.
Pero tampoco nos podemos detener durante muchos tiempo en el Entorno Cantábrico. Justo a su lado se encuentra una zona bien diferenciada, no tiene nada que ver desde luego con lo visto anteriormente. Se trata de la Factoría Vegetal, con la Quintana de la Rionda y sus exposiciones.
Sin embargo, antes de llegar a la Quintana de Rionda hay que atravesar las zonas dedicadas a los árboles frutales del Viejo y del Nuevo Mundo. Este espacio constrata con los "bosques" del Entorno Cantábrico debido a su amplitud, su luminosidad, y desde luego, por la acción de la mano del hombre sobre estos árboles. Aunque no hay que olvidar que las variedades cultivadas proceden de variedades silvestre, en ocasiones también representadas en el Jardín Botánico Atlántico.
Tras pasar por la Quintana de Rionda se encuentran los huertos, también dividos en aquellos del Viejo Mundo y en aquellos del Nuevo Mundo. Pero no sólo hay plantas utilizadas para nuestra alimentación, sino que se encuentran aquellas con propiedades medicinales, las especias y las plantas aromáticas, entre otras plantas con otros usos. También se encuentran aquellas plantas tóxicas y las consideradas malas hierbas y plantas invasoras.
Todo ello supone dar un paso hacia nuestro pasado más próximo. Parece
que se nos ha olvidado cómo realizar las labores del huerto o los
diferentes usos que han tenido tradicionalmente las plantas. Sin
embargo, creo que esta tendencia negativa va cambiando progresivamente y volveremos a nuestros orígenes (o eso espero).
Pero no sólo aproveché para visitar mejor el Entorno Cantábrico y la Factoría Vegetal. También fui por el Jardín de la Isla y me dejé perder por los bosques europeos del Itinerario Atlántico. Ambas zonas ya las describí en la entrada que enlacé anteriormente, por lo que no me repetiré demasiado.
Únicamente mencionar aquellas pequeñas diferencias respecto a mi anterior visita del verano pasado.
Tal vez en esta época el Jardín de la Isla luzca un poco menos, ya que hace un año eran numerosas las plantas en flor que daban color al jardín. Este año tampoco faltaron, pero eran menos y más discretas. En cualquier caso, siempre es un placer pasear por allí, con sus esculturas, sus ingenios hidráulicos y el sonido del agua.
En el Itinerario Atlántico comentar que la representación del hayedo va tomando forma, mucho más bonito que el año pasado, desde luego. Habrá que ir a verlo dentro de unos años, cuando se encuentre en todo su esplendor.
Tampoco pude evitar pasarme por la Carbayeda de Tragamón y ver de nuevo los viejos e imponentes carbayos o robles comunes, en su sector norte.
Carbayos que se seguían viendo al adentrarme en la umbría y húmeda aliseda ribereña, la cual es simplemente increible y de la cual puede disfrutar todo el mundo sin las complicaciones de tener que ir al monte.
Para terminar decir que en cada visita he aprendido algo nuevo y que no siempre el Jardín Botánico Atlántico presenta la misma cara. Espero no tardar mucho en volver, y si es posible, en otra estación del año.
Esto es lo mejor, cuando los sitios ofrecen tanto que uno puede volver y que siga gustando y hasta mostrando detalles distintos.
ResponderEliminarEl lugar es tan cambiante como puede ser los cambios de la gran cantidad de plantas, arbustos y árboles que tienen. Si a eso le sumamos futuras ampliaciones y las actividades que realizan a lo largo del año...
EliminarY pensar que se querían gastar una millonada en hacer un bioma tropical, con lo bien que ya está. Muy bueno el reportaje fotográfico y me alegro de que hayas disfrutado del paseo :)
ResponderEliminarMuchas gracias. Con ganas de volver de nuevo por allí, siempre es agradable.
EliminarSi hacen nuevas zonas espero que realmente sean para reportar beneficios al Jardín Botánico y al ayuntamiento de Gijón y no sea como en el caso de otras obras mastodónticas realizadas en España, cuyo fin real era, además de llevarse mucho dinero, dar una falsa imagen de grandeza para la ciudad.