En esta entrada continuamos con dos líneas, por un lado con las fortalezas medievales que ya presentamos en la anterior, además de con aquella salida por La Mancha que realizamos hace ya casi dos meses (para quien la quiera recordar, pueden pinchar AQUÍ).
Viajamos a Consuegra, en la provincia de Toledo limitando con Ciudad Real, donde se encuentra un castillo acompañado por numerosos molinos de viento, conformando una de las imágenes más típicas de La Mancha, y por qué no decirlo, también de toda la comunidad autónoma en general. En realidad es un lugar fácilmente divisable desde la autovía A-4, especialmente por la noche cuando todo el conjunto está iluminado. En cambio, hasta este momento no habíamos decidido parar por allí.
Viajamos a Consuegra, en la provincia de Toledo limitando con Ciudad Real, donde se encuentra un castillo acompañado por numerosos molinos de viento, conformando una de las imágenes más típicas de La Mancha, y por qué no decirlo, también de toda la comunidad autónoma en general. En realidad es un lugar fácilmente divisable desde la autovía A-4, especialmente por la noche cuando todo el conjunto está iluminado. En cambio, hasta este momento no habíamos decidido parar por allí.
Tanto castillo como molinos se asientan en lo alto del cerro Calderico, posición estratégica donde las haya ya que permite controlar las llanuras manchegas que se extienden al norte y al este, mientras que al sur y al oeste se encuentran las estribaciones de los Montes de Toledo.
Con esta posición, no es de extrañar que a lo largo de la historia hayan existido diferentes construcciones defensivas, incluso romanas aunque este punto no está claro en la actualidad. En cualquier caso, es ya en el siglo X cuando se empezó a construir el actual castillo de la Muela, con el objetivo de defender la capital del Califato de Córdoba.
Así, aunque el castillo presente un origen musulmán, la construcción del mismo continúe durante varios siglos, debiéndose su aspecto actual a la Orden de San Juan de Jerusalén cuando lo tomaron en posesión ya en el siglo XIII.
Escudo superior, de Don Juan José de Astria, prior de la Orden durante el siglo XVIII. |
Durante estos años fue lugar de disputa entre cristianos y musulmanes. En cambio, la primera vez que pasó a manos de los primeros no fue debido a batalla alguna. Para ello, hay que remontarnos un poco a la historia del siglo XI, con la llegada de los almorávides a petición de los diferentes reyes de taifas tras la toma de Toledo por parte de Alfonso VI de León, de Galicia y de Castilla. En las primeras incursiones, este pueblo del norte de África sí ayudaron a los reyes de taifa, volviendo a África poco después. Sin embargo, en un posterior requerimiento de los reyes de Taifas, también se enfrentaría a ellos para unificar las taifas en un único reino.
Ante la inminente conquista, el rey de la taifa de Sevilla y Alfonso VI llegan a un acuerdo matrimonial, casándose este último con la princesa musulmana Zaida (la cual se convertiría al cristianismo tomando el nombre de Isabel). Esto le valió un castillo a Alfonso VI como dote matrimonial, el de Consuegra. En este punto hay que hacer un inciso, ya que es esto lo que parecido que ocurrido, pero las crónicas que nos han llegado hasta nuestros días son un tanto contradictorias.
Los almorávides tomaron las diferentes Taifas, incluida la de Sevilla y continuaron hacia el norte. Así, en el verano de 1097 se produce la batalla de Consuegra, una de las más importantes entre los ejércitos del rey Alfonso VI y del emir Yusuf ibn Tashfin. Es el rey cristiano el que decido presentar batalla en las inmediaciones de Consuegra, pero debido a que contaba con pocos efectivos decide pedir ayuda a Rodrigo Díaz de Vivar. Éste último, tras sus exitosas batallas, decide enviar a su hijo heredero Diego Rodríguez, y posteriormente al caballero Alvar Fáñez, aunque la caballería de este último no llegaría completa debido a una emboscada que sufría antes de llegar, en Cuenca.
Al fin, se presentó la batalla, donde ambos ejércitos sufrieron grandes pérdidas, especialmente el cristiano, el cual tuvo que replegarse primero al pueblo y posteriormente al castillo. Sin embargo, murió Diego Rodríguez, único hijo de El Cid.
El ejército de Alfonso VI resistió a 8 días de asedio, pero finalmente los almorávides lo levantaron, especialmente ante el temor de la llegada de refuerzos para ayudar al rey. Pese a la batalla presentada y que los cristianos lograran mantenerlo, pocos años después lo perderían.
En medio siglo la situación permaneció igual para este castillo, hasta que Alfonso VII (nieto de Alfonso VI) lo conquista en el año 1155, aunque de nuevo se perdería. Finalmente, lo toma la Orden de San Juan de Jerusalén, en 1183.
Como ya mencioné anteriormente, fue esta orden la encargada de otorgarle nuevas murallas, torres y las diferentes dependencias de las que consta en la actualidad, entre ellas la capilla.
Sin embargo, este castillo fue perdiendo importancia a lo largo de los siglos, historia que ya hemos visto en otras fortalezas. Y como en otras, también fue destruido durante la Guerra de Independencia, en el siglo XIX por parte de los franceses, e igualmente, también sufrió la desamortización de Mendizábal. Es a mediados del siglo XX cuando comienza la restauración del mismo, la cual dura hasta nuestros días.
Es en este último periodo cuando también se restauran los 12 molinos que hay a su alrededor. Son estos molinos los que hacen único a este cerro, con las construcción militar y la arquitectura tradicional de La Mancha compartiendo entorno.
De los molinos poco puedo contar. En cambio, si alguien quiere aprender sobre su funcionamiento se puede visitar uno de ellos, viendo todo el mecanismo. Pero sí os mostraré varias de las fotografías que hicimos, una pequeña muestra de todas las que tengo ya que son demasiado fotogénicos.