En una excursión reciente que realizamos por la Sierra Norte de Guadalajara nos preguntábamos que nexo de unión podrían tener los vecino de, por ejemplo Tamajón (Guadalajara) con los de Consuegra (Toledo) para sentirse identificados como una única comunidad. Después esta misma idea la extrapolamos a las dos provincias mencionadas y seguíamos sin verlo claro. Cuando llegué a casa lo entendí a medias o eso creo salvo que alguien me corrija: ese nexo lo compone su historia desde la Edad Media con una Taifa de Toledo cuyos límites son similares a los de la actual Castilla-La Mancha, y desde entonces hasta ahora.
Fruto de esa historia compartida tenemos los numerosos castillos, fortalezas y otras construcciones defensivas que siembran gran parte de su territorio. Una muestra pueden ser los cinco castillos que aquí os mostraré, los cuales hemos ido visitando en los últimos meses como parte principal de nuestras salidas o simplemente aprovechando nuestro paso por allí al ir o volver de otras excursiones más largas. En ninguno de ellos tuvimos la posibilidad real de entrar, pero eso no quita que sean igualmente impresionantes y que en un futuro no podamos dejar de visitarlos.
Empezamos con aquellos dos de Guadalajara, de La Alcarria exactamente, comarca con numerosos castillos y palacios. A uno de los pueblos fuimos allá, por finales de febrero en un día nublado, ventoso y al final, lluvioso. Se trata de Torija, cuyo castillo se ve parcialmente desde la autovía A-2, por la cual he pasado muy habitualmente y aun así nunca he parado en este pueblo.
El origen del castillo de Torija se remonta al siglo XI, tras la conquista de estas tierras por parte del ejército católico. Los Caballeros Templarios se encargaron de defender el valle en el que se asienta Torija, para lo cual levantaron una primera atalaya.
Posteriormente fue cambiando de manos, hasta que finalmente en el siglo XV fue conquistada por los navarros y posteriormente reconquistado por los castellanos gracias a la familia Mendoza, en cuyo poder permanecería. A ellos debemos su actual planta, que data del mismo siglo XV, aunque igualmente importantes fueron su destrucción durante la Guerra de Independencia (siglo XIX) y su posterior reconstrucción a mediados del siglo XX.
Sin lugar a dudas, y desde mi punto de vista, es uno de los castillos más bonitos de la zona, al menos entre los que he visitado, ya que al igual que en otras construcciones de la época se trataba tanto de un lugar defensivo como de residencia.De planta cuadrada, presenta tres torres cilíndricas en tres de sus vértices además de torres de menor tamaño en la parte central de sus lienzos. En el cuarto vértice se encuentra la torre de homenaje, en cuyos vértices también encontramos torres cilíndricas y otras más pequeñas a mitad de sus muros de sillarejo de piedra de color claro.
Todo ello, junto a las cuidadas y bonitas almenas le confieren ese toque tan idílico que tenemos de la Edad Media.
El castillo se sitúa en una de las dos plazas porticadas con las que cuenta Torija, la Plaza de la Villa. De estilo castellano, todas sus casas presentan soportales planos, y en su centro la fuente. Además, desde allí también observamos la torre del campanario de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, de construcción más tardía que el propio castillo.
También estaba ligado a los Mendoza el Castillo de Jadraque o de Cid. Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, I Conde del Cid y I Marqués de Canete, hijo primogénito de Pedro González de Mendoza (Gran Cardenal de España), es el hombre al que hace referencia este castillo y no el héroe medieval Rodrígo Díaz de Vivar el Campeador.
Situado en los alto de un cerro vigila tanto Jadraque como gran parte del valle que forma el curso medio del río Henares, además de la Sierra Norte de Guadalajara e incluso se avista el cerro en el que se asienta Hita. Además, a sus pies se encuentra el mismo pueblo de Jadraque.
Con esta posición estratégica, no es raro que en un principio hubiera una pequeña fortaleza de origen medieval. Sin embargo, fue el Gran Cardenal de España, el que, a finales del siglo XV, construyera el actual castillo de Jadraque. Posteriormente se lo legó a su hijo Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, durante cuya vista vivió su época de esplendor, época que terminó con la muerte del mismo.
Eso sí, el estilo es mucho más sencillo que el de Torija, con planta cuadrangular varias torres cilíndricas o cuadradas, las cuales apenas sobrepasan la altura de los lienzos. Y aunque actualmente no cuenta con torre de homenaje parece que sí contó con ella en el pasado.
Curiosamente, este castillo pasó a formar parte de las propiedades de la familia Mendoza debido a que el Cardenal intercambió el castillo de Maqueda por el de Jadraque.
Y en el castillo de Maqueda o de la Vela estuvimos al día siguiente. En este caso se encuadraba dentro de una excursión más larga que realizamos por la comarca de Torrijos, en la cual visitamos diferentes lugares como las Barrancas de Castrejón y Calaña, o la iglesia de Santa María de Melque.
La historia de este castillo se remonta al siglo X, cuando Almanzor mando mejorar una fortaleza preexistente. Durante la reconquista pasó a manos de Alfonso VI de Castilla y a partir de entonces tuvo diferentes propietarios, entre ellos la Orden de Calatrava, don Álvaro de Luna, o el mencionado Cardenal Mendoza. Éste último lo cambio con Alonso Carrillo de Acuña, Arzobispo de Toledo, por otras posesiones entre las que se encontraba el Castillo de Jadraque.
Finalmente, en propiedad de Gutierrez de Cárdenas, Comendador Mayor de León y contador del reino, se reconstruyó tomando la forma actual en lo que a sus exterior se refiere. De planta rectangular, en tres de sus vértices presentan torres, además de otras dos en los lados más largos. Estas dos torres laterales suponen la separación de los dos niveles distintos sobre los que se construye todo el castillo.
El toque más bello se lo otorgan las almenas además de su puerta principal protegida por un matacán y con el escudo de la familia coronándola.
Muy cerca de allí, a orillas del río Alberche, nos encontramos el castillo-palacio de Escalona, el cual está en ruinas, aunque sus imponentes restos nos indican la importancia que tuvo en su época.
Aunque como en otros muchos casos, su origen es anterior, pareciendo que incluso se remonta a la época romana. Posteriormente hubo una construcción defensiva musulmana que fue tomada por Alfonso VI durante la Reconquista. Y al igual que en otros castillos, tuvo diferentes propietarios, dos de ellos de gran importancia en nuestra historia y en la del castillo-palacio.
El primero de ellos es Don Juan Manuel, el cual nació allí en 1282. Él fue el encargado de reconstruir el castillo durante su señoría de Escalona, otorgándole la muralla exterior con sus torres albarrana de estilo mudéjar.
Ya en el siglo XV nos encontramos de nuevo con Don Álvaro de Luna, uno de los hombres más poderosos al ser Condestable de Castilla, Gran Maestre de Santiago y valido del rey Juan II de Castilla, hasta su caída en desgracia. En cambio, a él debemos la construcción de un palacio en el interior del castillo de Escalona, otorgándole grandeza y poder.
Hasta aquí hemos llegado en nuestro repaso por varios castillos situados tanto en Guadalajara como en Toledo. Pero desde luego, estos no son los únicos, seguramente tampoco lo más importantes ni más bonitos que se puedan visitar en estas provincias, y mucho menos en toda la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha.